7 de abril de 2014

ADIÓS CON EL CORAZÓN, QUE CON EL ALMA NO PUEDO


Antes de empezar con mi rollo de hoy, quiero zanjar el tema de mi fisio, porque la pasada semana me despedí de ella definitivamente y ya no soy Robocop. Vuelvo a ser una grácil bailarina.



Mi fisio es una mujer ENCANTADORA que me permitió dejarme los pantalones puestos durante mi sesión. Si bien la jodía me agarró de un nudo de la espalda y hasta que no se me saltaron las lágrimas no lo soltó, es una buena persona que evitó la humillación de ponerme en bragas (higiénicas).


El caso es que, mientras tenía la cabeza engullida en la camilla y los brazos en los reposabrazos (porque sí, esa camilla y yo nos llevamos bien, no como esas de masajito relajante de pacotilla), vi la luz.


Ya sé lo que me pasa con los masajes.


Los masajes son como el sexo sin amor, los rollos de una noche. Tú vas a una sala de espera, te llaman, te pones ahí en una camilla que ni se adapta a ti ni a tus gustos y el primero que pasa por ahí se mete en tu sala a tocarte las mollitas sin mediar palabra. Nada, ni mu, ni cómo te llamas. Solo te susurra en plan zen un “holaaaa” y después, cuando ha acabado contigo un “pues nada, te dejo ahí la toalla. Adiós”, y se esfuma. Vamos, un pim-pam aquí te pillo aquí te mato en toda regla.


Yo no soy de esas.



Encima, para colmo de males, todo este momento raruno está ambientado con música de restaurante chino de tercera. Fatal.


Con mi amiga la fisio, todo es mejor. Me pregunta qué tal estoy, cómo me encuentro.  Me habla antes de empezar con el masaje, me hace reír. Me deja estar con los pantalones puestos, no me hace ponerme bragas ridículas. Su camilla se adapta a mí y a mi forma de colocarme.


Y, además, para terminar de enamorarme, me da los masajes con Strangers in the night de Sinatra de fondo. Es evidente que no tengo nada más que añadir en mi defensa, señorías. Volveré si vuelvo a hacer catacrac.


Ahora sí, os cuento que he llegado de mi fin de semana de amigas en Salamanca ¡¡Y no me he muerto!! Aunque hoy, para ser sincera, ganas de irme de paseo con Caronte no me faltan. Madre mía de mi vida qué mal llevo el lunes.




El año pasado volví del fin de semana en Salamanca con este blog, o sea que puede decirse que Bailarina Frustrada es nacida en Salamanca. Este año nadie se ha hecho un blog, aunque yo me saqué una foto de Egoblogger total, posando como una divaza en medio de la Plaza Mayor. No tengo vergüenza.


Amigos charros: tenéis una ciudad maravillosa, preciosa, genial. Soy una enamorada de Salamanca. Y me encantáis.


Estudiantes de la Universidad de Salamanca: no sé cómo podéis estar estudiando en esa ciudad del pecado, antesala de Sodoma y Gomorra. Yo creo que si estuviese en vuestro lugar, seguiría en primero de carrera (sí, a mis 28).





Y ahora, un especial “Despedidas de Soltero”, porque Salamanca es la ciudad destino por excelencia, y la observación e interactuación con los grupos de despedidas me empuja a dar unos pequeños tips. Qué tenéis que tener en cuenta si vais de despedida de soltero en Salamanca:


  • En general, los hoteles y hostales del centro de la ciudad están muy bien y cerca de todo. Personalmente recomiendo quedarse por el cogollito próximo a la Plaza Mayor, epicentro del universo. Eso sí, las paredes de estos sitios son de papel y se oye todo. Y cuando digo todo es TODO. Tenedlo en cuenta.
    Vecina huésped de la Hostería Sara que pillaste cacho: sí, este mensaje iba por ti. Lo escuchamos todo, todo, todo.





  • Disfraces: Sinceramente, no es estrictamente necesario disfrazar al novio de nada, menos aun si el traje es una cosa horrorosa. Además, he de advertir que hay locales (al menos a la noche) a los que no se puede entrar disfrazado.
    Si habéis llegado a Salamanca sin ningún disfraz para el novio (bien hecho) pero entráis en pánico porque veis que Salamanca es la ciudad de las despedidas y allí el que no va disfrazado es un pringao, usad esta técnica de nuestros amigos de Ciudad Real:
    Sábado por la mañana, despertáis al novio y le decís “No, tú no te vistes. Tú sales a comer en pijama”.
    Y ya está, humillación nivel medio y poco rato. La dosis perfecta.






  • Si aun y todo vais a por el disfraz: por favor, por favor, POR FAVOR. Basta de penes. Penes en la cabeza, penes en la mano, escoceses con penes colgados que se les sale de la falda. NO.
    Decid NO a los penes, gracias.
    Vuestros amigos se van a casar. Ni son unos emprendedores en busca de la apertura de un local de alterne ni van a dejar de tener relaciones sexuales por casarse ni tampoco se van a poner dale que te pego ahora que se casan. Los penes están de más, he dicho.




  • En una conversación con un grupo de chicas:
    -¡Hola!
    -Hola, ¿qué tal? –Yo con cara de “a ver qué quiere este ahora”.
    -Buah muy bien, Salamanca es genial. ¿Y vosotras qué tal?
    -Pues muy bien también.
    -¿Y quién se casa de vosotras?
    -Ninguna
    -¿No estáis de despedida?
    -No…
    -¿Y entonces qué hacéis aquí? 
    Vamos a ver, hijos míos de mi vida y de mi corazón: Salamanca no es despedidalandia. Se puede ir sin que haya nadie que se vaya a casar. Sois muchos los de las despedidas, os otorgo eso, pero no todo el mundo mundial está con un amigo que se casa al lado. Tenedlo en cuenta.

    Ah, y hombres del mundo, ya que estamos os diré que acercarse a una mujer por la espalda haciendo un ridículo baile en plan ritual de apareamiento no es el camino para llegar al apareamiento en absoluto (dentro y fuera de Salamanca).




  • Por si acaso esto no estaba claro, los cuernos en una despedida de soltero siguen contando como cuernos. Que lo sepáis. Y si vais a ser tan desgraciados de hacer una cosa semejante:
    -Estáis en Salamanca.
    -Hay más gente de despedida.
    -Incluso puede que esa gente sea de tu misma ciudad.
    -Y te conozcan.
    -Y conozcan a tu futura mujer.
    GILIPOLLAS.


Afortunadamente, no hablo por nosotras, pero sí por un grupo que teníamos a nuestro lado, que conocían al novio de otro grupo.




  • Vaquilla=Lucifer


Os lo pongo así para que os cause impacto y lo interioricéis en vuestras cabecitas locas, que os ponéis a pensar en la despedida y os venís arriba de la emoción. Las vaquillas son mal.



Cuando estéis elucubrando un plan genial para hacer en la despedida, una actividad arriesgada, algo diferente, desechad las vaquillas. Por el bien de vuestra integridad física. Cuando te sientas en una terraza un domingo y en menos de media hora ves pasar a tres en muletas y cuatro con el brazo en cabestrillo ya te das cuenta de que las vaquillas no son una buena idea.


Novio que ibas vestido de flor pocha: disfraz de flor+ brazo en cabestrillo= Flor pocha. Es lo que hay, lo siento.

Amigos de la flor pocha: sois unos cabrones por organizar el plan de la capea. Nada de “nosotros no hemos hecho ná, la culpa ha sío de la vaquilla que lo ha pillao pero bien pillao”. La culpa es VUESTRA.


  • Y una última aportación, para nuestros amigos de una noche de Ciudad Real. Al pobre bajito que estaba pidiendo las copas de todos en la barra, al bailón que tocaba la gaita, Al chico pelirrojo que tenía un caballo y dos perros, al novio ausente que se fue a dormir harto ya de tanta fiesta, al fan de Insurrección de Miguel Ríos… A todos vosotros, los que os disfrazasteis de Cazafantasmas con unas homemade gafas de visión nocturna, los que nos cantasteis “Adiós con el corazón, que con el alma no puedo” y se os juntó a cantar todo pichichi que había alrededor del Cum Laude:



¡Somos nosotras, vuestras amigas del sábado! Lo pasamos genial. Espero que el domingo no fuese horroroso, y que, no sé, mágicamente,  podamos saber algo de vosotros. Sois grandes.

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