Bueno, bueno,
bueno, bueno, amigos. Qué semanita he pasado.
Hay veces que
se me olvida completamente, pero en ocasiones la realidad me abofetea
cruelmente en la cara para recordarme que soy una mari pupas de campeonato. Si
lo de la picadura del pez araña en el mes de julio fue ya extraño, ahora además
hay que sumarle que esta semana se me ha desarrollado una alergia en mi cuerpo
serrano.
Ahí, para
tener también una anécdota graciosa en otoño. Ahora me ha dado por ser
alérgica, ya ves tú.
Aquí donde me
veis yo era una chica resistente a toda comida o atmósfera. Ninguna alergia a
nada conocido, ya fuera polvo, comida o la llegada de la primavera en general.
Siempre he sentido un pequeño aguijonazo de orgullo cuando me preguntaban en el
médico “¿Alergias?” y yo respondía con una sonrisa en la boca, rotunda y
orgullosa “No, ninguna”. Entre líneas se leía el mensaje “ninguna alergia, no,
que no soy ninguna finolis”.
De hecho, os
confesaré que toda esa gente que se pone a moquear en primavera y empieza con
su discurso “no, es que esto es alergia, porque en primavera bla, bla, bla…”
siempre me ha aburrido y, es más, nunca me he llegado a creer del todo que lo
de las alergias sea siquiera algo real.
Vamos, que a
mi me suena a pantomima y a cuento chino. O me sonaba. Hasta el pasado
miércoles.
El pasado
miércoles me salió un ronchón en el brazo derecho. Rojo bermellón, picante como
una guindilla. Y yo pensé que me había picado el último de los mosquitos de la
temporada 2013.
Después. Me
salió otro ronchón, esta vez en el cuello, y doble. Vamos, que aquello parecía
una mordedura de vampiro. Cualquier teenager fan de Crepúsculo estaría
encantada, pero yo empecé a pensar que tenía una araña cabrona en casa y que la
tenía tomada conmigo.
El mosquito
que pasó a araña pasó a ser después una pulga, o una plaga de pulgas,
presuntamente contagiadas por Leia, esa perra sucia y sin corazón. Para
entonces tenía el brazo derecho llenito de ronchones desde el hombro hasta la
muñeca, pero había conquistado nuevas zonas de mi ser: espalda, hombros,
escote, brazo izquierdo y por último un macro ronchón junto al ombligo.
Ningún bicho
por muy cabrón que sea te hace semejante harakiri. De manera que en un “aquí te
pillo aquí te mato” digno de antología, el domingo pasado pillé a una amiga
médico por banda en mitad de la calle y me quité la chaqueta para enseñarle mis
ronchones.
La strip-performance
estaba ya premeditada, así que tenía una camiseta de tirantes para enseñar mis
miserias sin ningún tipo de censura. Y la médico alucinó.
-¿Pero qué
tienes ahí? Esto es una reacción alérgica, ¿Eh? Pero vamos sin lugar a dudas –y
me toquiteaba cada ronchón con el dedo índice-. Sí, sí, esto es alergia seguro.
Pues te tienes que tomar un antihistamínico y en cuanto puedas tienes que tomar
cortisona para parar esto. Es que tienes una reacción brutal, ¿Eh?
Y yo,
planchada. Había ido evolucionando el tamaño y la forma del bicho cabrón que me
había picado muchas veces y en muchos sitios, ¿Pero una reacción alérgica? No
podía ser posible. Tener un don para que todos los bichos me piquen a mi y
pasen olímpicamente de chuparle la sangre a mi Querido Novio, que va por la
vida sin un mísero habón, puede. Pero alérgica yo… Alérgica yo, jamás.
Jamás… hasta
ahora, puesto que Bailarina es alérgica, dicho nada menos que por cuatro
doctores.
La médico
amiga me dijo “es alergia” en mitad de la calle, pero no tenía ningún
medicamento para darme; así que me fui a un centro de salud para que me dieran
drogas que me quitaran el picor intratable que tenía en todo mi cuerpo. El médico
número dos que me atendió me dijo que era alergia. Sí, él también me lo dijo.
Ambos
coincidieron en que aquí la que os escribe es, como mínimo, imbécil integral,
porque es evidente que lo que tenía era una alergia, y nada de picaduras. Ahora
bien, ¿Alergia a qué?
Según la
médico 1:
-Uf, es que te
puede haber salido a cualquier cosa, desde algo de comida, a algo ambiental… No
sabría decirte. Esto lo mejor es que vayas al médico y te pidan hora para
hacerte las pruebas de la alergia.
-¿Puede ser alergia
a la vacuna de la gripe? Me la puse le miércoles y me empezó ese mismo día…
-¿La de la
gripe? Pues sinceramente no lo creo. Los efectos secundarios de la vacuna son
de otro tipo, hinchazón pero más localizada en la zona del pinchazo, y desde
luego así no. No había visto nunca esta reacción por la vacuna. Yo creo que no.
Según el
médico 2:
-Es una
reacción alérgica.
-Es que al
principio yo pensé que igual me había picado algún mosquito.
-Cara de “pues
para creer eso hace falta ser gilipollas, guapa” sin dejar de mirar la pantalla
del ordenador- No, no. Es una reacción alérgica a algo, seguro.
-Pero no soy
alérgica a nada.
-Hasta ahora.
-¿Y alergia a
qué?
-Puede ser a
cualquier cosa.-Seguimos mirando apasionantemente la pantalla del ordenador.
-¿Puede ser a
la vacuna de a gripe?
-Puede.
Como veis, el
doctor era parco en palabras.
-Toma, ahora
cuando salgas le das esto a la enfermera y que te pinche. Notarás que la
urticaria baja.
Y bajó, sí. Pero
a qué precio. Tras el pinchazo y la pastilla esa me convertí en una fusión
perfecta entre Bob Marley y Carmina Ordoñez. Manejaba un globo memorable.
Lo peor de todo
es que he llevado ese globo, aunque en un tamaño más reducido, todos los días a
la oficina. Porque el pinchazo fue tan solo uno, pero la pastilla esta hay que
tomársela en ayunas cada día, y nunca antes la había tomado, porque yo no
soy/era alérgica. Y qué semana. No me enteraba de nada. Tenía tanto sueño que
el mínimo de cafés en una mañana eran cuatro, y aun así seguía con sueño.
Pero el sueño
no era ni de lejos lo peor. Lo peor era la sensación constante de haberme
fumado cuatro porros y estar en la oficina, y lo que es peor, ¡Cara al público!
Tuve que coger una llamada a la que tenía que darle un número de teléfono, y
darle los números uno a uno se me hizo un esfuerzo hercúleo.
Vamos, que un morao enorme. Y para dar pábulo a la
gente que me miraba raro, de vez en cuando canturreaba “stand up for your
rights” de Marley, y los dejaba patidifusos, y yo me reía. Porque el morao daba sueño pero también risa
tonta. Es decir, que lo he pasado mal pero tampoco ha sido horribilis la cosa.
Así, fui a ver
al médico de la empresa. Porque en esta empresa seguimos una política 0,0 y
venir bebido o drogado a trabajar está prohibido (lo normal), pero te hacen
pruebas aleatorias de alcohol y drogas para comprobar que vas entero (ya un
poco más raro). Básicamente el mensaje a transmitir era: No estoy fumada, son
las pastillas, así que no me hagas test de drogas. Y en otro orden de cosas, so
perra, esta vacuna que me has puesto me ha dado alergia porque yo NO SOY/era
alérgica a nada hasta el pasado miércoles.
Pero la médico
3 era reticente a creerlo.
-¿Pero seguro
que no tienes alergia a nada más?
-No, porque yo
no soy/era alérgica a nada, y lo único diferente que hice el miércoles fue
ponerme la vacuna de la gripe. De hecho yo lo que pensaba es que era un
mosquito…
-No, de un
mosquito es imposible. Esto es una reacción pero me extraña muchísimo que sea
por la vacuna. Este tipo de reacciones suelen ser más de tipo alimentario, no
de la vacuna, aunque está hecha sobre huevo ¿eres alérgica al huevo?
-No, yo no
tengo/tenía alergias hasta el miércoles.
-Bueno, pues
te tendrás que hacer las pruebas de la alergia, y ya te dirán qué te ha producido
semejante reacción. Me cuesta mucho creer que haya sido la vacuna lo que te ha
producido esta reacción tan BRUTAL -sí, sí, dijo que mis ronchones eran una
reacción brutal, tal cual, sin paliativos- pero por de pronto el año que viene
no nos ponemos la vacuna, por si acaso. Y procura no conducir porque este tipo
de medicamentos pueden dar positivo en algunas pruebas.
Con una
tercera doctora que no sabía a qué tenía alergia (pero a su vacuna NO) fui a
ver a mi médico de cabecera para volver a enseñar mis ronchones -ya se estaba
tornando en una afición exhibicionista- y que me hicieran las pruebas de la
alergia.
Y con la
medico 4, más de lo mismo: fase “Cómo pudiste creer que ESO eran picaduras de
mosquito, so melón”, fase “Es alergia, seguro, aunque no se sabe a qué hasta
que no te hagan las pruebas, puede ser a cualquier cosa”, fase “tu sigue
tomando las pastillas aunque parezcas Carmina Ordoñez” y por último tuve la
novedosa fase “Te llamarán del hospital para darte la hora para hacer las
pruebas. Adiós, sí, déjame la puerta abierta, gracias”.
Ahora estoy
esperando a que me llamen para las pruebas y resuelvan el enigma de los ronchones,
pero tal y como está Sanidad se están haciendo de rogar un poco, porque aquí no
llama nadie. Esperaremos.
Ya os contaré
a qué le tengo alergia…