…Que lo cierto
es que la Pantoja no me gusta, pero me viene muy bien el título para hacer el
post de hoy, sobre secretos que ya no quiero guardar más (léase con tono “no me
vas a grabar más” de la Panto). Así que hoy quiero confesar…
…Que odio el plátano con todo mi ser. Es
posible que no tenga mucho peso en comparación con el resto de confesiones pero
tenía que soltarlo. Lo odio. Su olor, su color, sus hilitos asquerosos que se
quedan pegados a la fruta… No se debe hablar así de la comida pero ¡PUAJ!
Por eso me da
asquito la gente cuando se está comiendo un plátano, y ahora que tengo un novio
atleta y se ha creído esa chufla de que los plátanos son ricos en potasio (o
ricos, sin más, hay que tener agallas y una carencia absoluta de papilas gustativas
para creerse eso), yo lo estoy pasando mal. Porque es verle comiendo una de
esas frutas del averno y gustarme un poco menos. Es así, lo siento por todas
esas asociaciones que te meten sus puñeteras cinco piezas de fruta al día por
las orejas si es necesario, pero no puedo. Lo veo ahí, masticando esa fruta
todo fálica, y me da asquito. Punto.
…Que tengo
alma de drama mamá. Esto significa que soy de cabreo fácil me dedico a mandar,
sermonear y echar broncas a diestro y siniestro. Sin embargo, no todo el mundo
conoce mi vena sermoneadora; el círculo de “afortunados” se limita a mi Querido
Novio y a mis amigas que son de las pocas personas capaces de aguantarme. Por
eso, no vale ser consciente de mi mal café y adelantarse a él para paliar la
bronca/sermón. Hablo de hacer cosas como decirme “¿Te puedo decir una cosa si
prometes no enfadarte?”. Mal, muy mal, porque:
1.
Haré que no me he enfadado pero en el fondo
estaré enfadada por lo que me cuentan y también por hacerme esa jugarreta fea
de hacerme prometer que no me voy a enfadar. Mal, aunque me puedo aguantar. El
ingenio también se premia.
Pero fundamentalmente no me podéis hacer eso porque lo
que es aún más importante:
2.
Como buena persona con alma de drama mamá voy a
pensar que estáis metidas en temas chungos, negros, oscuros, tenebrosos, de
drogas o ajustes de cuentas entre bandas rivales como mínimo minimísimo, y de
ahí a cosas más escabrosas y chungas. No me deis estos sustos innecesarios. Por
favor.
Por cierto,
hay que leer a la Drama Mamá original, fundamentalmente porque ni es única ni
es inimitable. Todos tenemos una en casa. Aquí el blog de la autora. Ahora os
compráis los libros, que hay que leer.
…Que le estoy
pillando el punto a esto de hacer de groupie de mi Querido Novio el atleta.
Tampoco es que sea el plan de mi vida, pero al final me entretengo viendo a
todos esos atletas pasar delante de mi sudando la gota gorda, y me vengo muy
arriba cuando el atleta en cuestión es el susodicho Querido Novio y salto y le
animo a gritos. Y es que después, cuando lo vas a recoger a meta está tan
contento de que hayas ido a verle y a animarle que oye, al final te compensa.
Además, luego toca
aperitivo dominguero, que como plan es fantástico. No obstante, creo que vamos
a tener que plantearnos un poco las dimensiones que esta afición está tomando.
Porque yo hoy
estoy arrastrando un sueño infernal y una cara que sería mejor hundir en una
almohada y que no volviera a ver la luz del sol. Dios mío, qué sueño, y qué
cara más mala. Y todo este sueño ¿Por qué? Pues porque esto de ser supportive girlfriend se me está yendo
de las manos y está impregnando todo mi subconsciente.
De tanto ir a
hacer de groupie a las carreras, y preguntar por los entrenamientos, por su
evolución como atleta amateur que se está profesionalizando y por las zonas de
frecuencia cardíaca en las que ha ido mientras estaba en carrera, me he
obsesionado. Me he obsesionado y he pasado una noche toledana, qué horror.
Resulta que me
he tirado toda la noche soñando que era yo la que se había apuntado a una media
maratón y que la carrera era al día siguiente y que no había entrenado ni
flores y que me iba a morir en la carrera, básicamente. Yo, que siempre digo
que correr es de cobardes, y que a enemigo que huye puente de plata, y que a mi
no me verán haciendo el gilipollas corriendo por la calle ni aunque me paguen,
porque yo no corro. No corro y punto pelota.
Y ahí me he
pasado toda la noche agobiada porque tenía carrera. Qué agobio de verdad. Para
más inri, en mi sueño llegaba el día D y me quedaba dormida, de manera que iba
tarde y no podía llegar a la salida a no ser que fuese corriendo, pero yo no
quería correr porque me iba a cansar y después
no iba a poder acabar la carrera de las pelotas. Un show.
Por otro lado,
mientras iba caminando agobiada hacia la susodicha prueba:
1.
Me escondía de la gente conocida para que no
supieran que me había apuntado a una carrera.
2.
Me escondía de los compañeros del gimnasio para
que no me obligaran a correr a su ritmo.
3.
Me escondía porque una pequeña parte de mi yo
del sueño barajaba seriamente la opción de agazaparse en algún sitio y pasar
olímpicamente de ir a la carrera, pero callarse como una puta y no confesar que
había hecho pira de la prueba.
Total, que
igual hasta salgo a correr para reafirmarme en mi posición de “correr es una mierda”
y no volver a tener sueños en los que tengo que correr, porque ha sido
horrible. Estoy agotada.
…Que llevo al
día los estudios del Máster que me estoy haciendo. Esto queda fatal y
contraviene totalmente con mi muy curtida y trabajada imagen de estudiante
pasota, que no va casi a clase, que va a la Uni para quedarse en la cafetería,
que no estudia y sale de fiesta… vamos, una malota de manual. Sin embargo, ya
no somos lo que un día fuimos.
Ahora me
siento en la fila uno (¡FILA UNO! Con lo que he sido… Madre de Dios), atiendo y
tomo apuntes. Y como si todo esto no fuera suficiente, luego en casa me hago
los apuntes –a limpio y con información extendida- y me lo estudio. ¡Tócatelas!
Espero que
este furor uterino que me ha entrado sea por la novedad de ser estudiante de
nuevo y se me pase pronto, porque de lo contrario me muero. Voy a pasar a ser
eso que siempre he aborrecido: una rancia empollona antisocial. Y ESO SÍ QUE
NO. Con un equilibrado punto medio entre malota de hermano mayor y empollona insufrible
me conformo.
…Que la
vanidad me está ganando al pudor que siento cuando hablo in person de este
blog. Cada vez me cuesta menos decir a la gente “pues yo tengo un blog, a ver
si lo lees” –que siempre me había parecido un comentario bastante snob, pero
como ahora ya cualquiera puede tener un blog en el que vomitar las chorradas
que se le vienen a la cabeza pues p’adelante como los de Alicante-. Eso sí,
igual también es porque nadie ha osado criticar lo que hago (aun), que el día
que me pase igual me da un patatús.
…Que estoy
enamorada. Oye, si lo dice el original de la canción pues lo voy a decir yo
también. Y así el fin de post me queda
redondo. Cuchifritín, que tienes conmigo más paciencia que el santo Job.
¡Gracias!
Si vosotros
también estáis enamorados y queréis dar con la más auténtica y sincera muestra
de amor verdadero, amigos, no busquéis flores ni bombones ni rancias
declaraciones escritas (o cantadas) de amor. Si queréis demostrar un amor que
no conoce límites lo que hay que hacer es “el culito amoroso”.
¿Y qué es eso?
Ay, qué incultura. Hacer el culito amoroso supone estar en la ducha, con el
vapor empañando la mampara y el espejo, mientras tu amado está fuera haciendo
cualquier cosa. Entonces tú vas todo amorosa y le dices:
-Mira cari, ¡para
ti! ¡Te quiero!
Y zas, pegas
tus melocotoncitos (o sea tu culo) contra la mampara del baño para que se
queden dibujados. Aquí la cara de estupefacción del amado es evidente.
A ver, que yo
esto no lo he hecho nunca jamás, ¿Eh? A mí me lo han contado, pero yo creo que
a la hora de poner los melocotoncitos hay que tener cuidado y poner solo la
parte central del culillo para que quede bien la performance. No sé, me da en la
nariz que tiene que ser así.
Total, melocotoncitos
a la mampara. Cara de susto. Acto seguido separas tus bellos melocotoncitos de
la mampara y se ve que el dibujo que queda son las dos montañas de cuando
dibujas un corazón.
Completas el
dibujo haciendo el pico del corazón con la mano, y listo. Culito amoroso hecho,
corazón de melón completado. True love, está clarísimo. Si después de semejante
atrocidad seguís juntos ya no hay nada que pueda destruir esa relación.
Esto sí que es
una verdadera manualidad y no lo que enseñan en Art attack.