Resulta que ayer, por el artículo 33, decidí cogerme el día
libre y estuve disfrutando de una agradable mañana de paseo con mi querida
hermana y mi adorada perra. Despachar a la perra el fin de semana de casa hace
que aprendas a quererla otra vez y disfrutes de estos días de paseos perrunos.
Porque sí, este fin de semana hemos mandado a la perra al pueblo, hemos hecho
de novios solitarios en casa y he de confesar, atención, que ambos la echamos de
menos en determinados momentos del día. Aun sigo pasmada porque pensaba que era
un sentimiento que no era capaz de albergar para con mi perra, pero sí, lo
tengo. Toma ya, soy humana y quiero a mi perra destructora.
Es posible que haya afectado algo a mi renovado amor el
hecho de que la perra llegara el domingo mimosa perdida y con muchísimas ganas
de vernos. Se ve que se agobió un poco al verse sin sus amos, y oye, que esto
de que lo haya pasado un poco mal al final ha sido bueno y todo.
También estuvo divertido llevarla a que se bañara en el
puerto y que se sacudiera el agua junto a mi hermana todas y cada una de las
veces que salía de darse un chapuzón. Me reí una barbaridad.
Mi hermana no tanto.
Pero este amor perruno no ha sido el único aspecto positivo
del lunes festivo. El artículo 33 también incluía darse fiesta de escribir en
el blog (como supongo que algún alma cándida comprobaría ayer), y esto tenía un
objetivo claro: comprobar el efecto del post de la pasada semana sobre mis
amigas.
Resulta que mis amigas son unas grandes fans del blog, pero la
semana pasada algunas salieron con sus nuevos nombres y sus nuevas descripciones,
y ahora la cosa ya no es tan graciosa.
Tengo a Cremitas enfadada como una mona porque dice que ella
no es ninguna pirada que nos fuera persiguiendo ataviada con la crema solar de
protección 30 a modo de metralleta, y que lo he pintado así. Y me arrepiento
mucho. Así que, gente del mundo, sabed que Cremitas en realidad no es una
pirada que lleve la crema a modo de pistola para untarnos de protector solar en
cuanto nos descuidamos un poco. Palabra de Bailarina.
Ahora bien, que la frase “si luego te coges un cáncer a mi
no me vengas a llorar” es cosecha de Cremitas y ha salido de su boca es también
cierto.
Por otro lado, tengo otra amiga cuyo nombre aun no ha salido
en el blog y que ha creído, ilusa ella, que podía elegir su propio mote. Se ve
que un mote que siguiera la línea de Torpe o Cremitas no le gustaba demasiado y
se puso nerviosa, así que ha estado diciendo nombres guays a ver si colaba y le
ponía alguno de esos.
Pues va a ser que no, querida. Aquí pringamos todas. Además,
Torpe y Cremitas te lo agradecerán, y yo ya no estaré tan sola contando mis
miserias al mundo. Ahora somos una pequeña cuchipandi molona con nombres
ridículos.
Y quedas oficialmente bautizada como… Friki.
Porque, querida Friki: si de verdad crees que puedes, con
toda ligereza, proponer seriamente que vayamos a correr la San Silvestre
contigo, ¡No puedes pretender tener un mote guay! ¿Pero es que acaso no sabes
que correr es de cobardes?
Tras esa primera metedura de pata estabas en cuarentena,
porque yo no deseaba esto para ti, créeme. Pero la reciente confesión de que te
has comprado una revista friki para runners
ha sido, con gran dolor de mi corazón, la gota que ha rebasado tu pila
bautismal; y de aquí al fin de los días del blog te quedas con ese nombre. Sorry.
Pero dejando ya un poco a mis pobres amigas de lado, a ver
si de tanto meterme con ellas me quedo sin amistades, os diré que, el mejor
efecto colateral de la entrada de la semana pasada ha sido, sin un atisbo de
duda, que a nadie en absoluto se le pasó ayer por la imaginación osar escribir
para decirme “¿Y el blog qué?”. Están todos cagaditos.
Sin embargo, no soy ninguna Bailarina cruel, ni una bruja
piruja, y para que veáis que aquí no todo es hacer sangre, hoy me vais a
permitir que me ponga sentimentaloide, y es que la ocasión lo merece. Porque
este sábado, señores, este sábado nos vamos de boda. Y no de unos conocidillos
de nada, no. Este sábado se casa mi amiga L. ¡Muchas felicidades!
En ocasiones la vida es sabia y hace todo lo que está en su
mano por juntarte a gente que merece la pena. Eso es lo que me pasó con L, porque
a pesar de ser compañeras de Universidad, hizo falta un Erasmus en la gélida
Escocia que nos uniera a las dos.
Aunque en la Uni no habíamos intercambiado demasiadas
palabras, ambas decidimos en la cola para elegir destino irnos juntas a
Escocia. Así, a lo loco. Y quizá fue una decisión alocada, pero fue una de las
mejores decisiones que he tomado en la vida.
Gracias a nuestra inconsciencia descubrí a una gran amiga con
la que compartí probablemente los mejores seis meses de mi vida, y que, cinco
años después sigue siendo una de las personas que más quiero y a las que más
aprecio.
Bebimos mucho juntas (para algo vinieron mi padres con dos
litros de vodka), estudiamos… más bien poco, para qué negarlo. Nos reímos toneladas
y lloramos juntas cuando vimos esa habitación cochambrosa en la que teníamos
que vivir. Conocimos a los que se convirtieron en nuestros amigos de Erasmus juntas,
fuimos a múltiples fiestas, te caíste de morros contra el suelo en solidaridad
con mi caída de morros contra el suelo-y la tuya fue muchísimo peor, lo sé-, creamos
las White Wine Parties, preparaste las
mejores croquetas que he probado nunca, receta de tu abuela, y comimos todos
los manjares que nos trajeron nuestros respectivos padres juntas y en
clandestinidad –incluido el Cola-Cao-.
Siempre juntas, porque el núcleo duro éramos ella y yo.
Nuestros miércoles de compras y comida juntas marcaron un antes y un después. De
pronto no sabía cómo había podido haber pasado casi toda la carrera sin tener
más relación que un triste saludo, y ahora ya no me imagino la vida sin
apenarme por las cosas malas que has pasado, ni sin alegrarme como una niña con
noticias tan fantásticas como tener a tu lado a un chico que es una verdadera
joya y haber decidido casaros.
Y el sábado es el gran día. Y aunque sé que estás histérica,
estoy plenamente convencida de que todo va a salir a pedir de boca. Todos tus
amigos estamos felices e ilusionados con el día D, el vestido será fastuoso, la
comida será exquisita, el baile será alocado y desenfrenado y nada puede salir
mal. De manera que recuerda la formación exprés de la semana pasada: lo único
que tienes que hacer es responder SÍ cuando te pregunten, ya está.
Además, teniendo Kas en la barra libre, ¿Qué podría salir
mal?
Relájate, disfruta, ¡Y que Vivan los novios!