Hoy me
dirijo a vosotros terriblemente traumatizada y con el ego herido de gravedad.
La semana pasada volví donde ese ser que odio con todas mis fuerzas porque me
humilla sin contemplaciones cada vez que voy: la depiladora.
Sí, amigos,
la operación bikini ya está aquí y eso incluye eliminación de vello de zonas
donde el vello no está bien visto (a no ser que seas alemana). Total que, como
siempre, sufrí un dolor infernal. Nada nuevo bajo el sol.
La gracia
de esta ocasión es que tuve con mi hermana (y también con mis padres, que
fueron espectadores VIP del show) un
maravilloso previo a la depilación digno de mención.
Sucede que
la pistola asesina de mi esteticién hace un daño que deseo estrangularla con
todas mis fuerzas cada vez que voy. Este es también el motivo por el cual, si
puedo, me escaqueo de las sesiones de la láser. La constancia no es lo mío; yo
voy a verla por inevitabilidad (y porque he pagado ya un ojo de la cara por ir
a SUFRIR –sí, así en mayúsculas- con ella).
Hace dos
sesiones, al ver mi cara de odio supino, mi enemiga acérrima vio que su vida
peligraba ya en serio y me dijo que me pusiera para la próxima sesión una crema
anestésica en las zonas a tratar. La sesión anterior seguí sus instrucciones a
rajatabla y usé la susodicha crema, y para esta he hecho lo mismo.
¿La
diferencia? Pues que en esta ocasión me ayudó mi hermana con la crema, y no
paró de reírse a mandíbula batiente durante todo el proceso.
Explico a
los afortunados que no tenéis que pasar por en trance de aplicar sobre vuestros
cuerpos la mierda de la crema anestésica de las pelotas: Esta fantástica crema
ha de aplicarse dos horas antes del momento esteticién asesina con pistola
láser.
“¿Cómo,
como si fuese una crema hidratante normal pero que te atonta?” Pues parecido,
pero no. Hay que aplicar una generosa capa de crema y dejarla ahí para que
actúe, nada de esparcir.
“Pero
entonces, si estás con esa capa por tu cuerpo, ¿Cómo te vistes? ¿Lo pringas
todo?” Ay, amiga preguntona, has llegado al quid de la cuestión. La esteticién
jamás dejaría que esto fuese algo tan soso como darse una crema y pringar la
ropa, no. Ella es más retorcida que todo eso. Por eso, cuando te has terminado
de untar la crema, tienes que coger el film transparente de envolver bocadillos
y envolverte a ti misma.
Sí, amiga
sí, como si fueras un bocadillo. O, como me dijeron a mí en casa “¡Como un
choricillo, ay mi choricilla!”.
Empecé a
untarme la pierna 1, y todo iba bien hasta que el film transparente apareció en
escena.
-¿Pero qué
haces?- Mi hermana, con los ojos como platos
-Ya te he
dicho que tenía que ponerme la crema esta. No me vengas con “pero qué haces”
ahora.
-¿Pero te
tienes que poner eso así?
-Sí.
-¿sí?
-Sí.
-¿Segura?
-QUE SÍ
JODER.
-Pues esto
no lo cuentan cuando te hablan de la láser ¿eh? No sé cómo mi amiga María va a
hacérsela en coche si tiene las piernas así aprisionadas. –Y me sigue escrutando
con la mirada mientras yo giro el tubo de film sobre mi pierna- Qué graciosa, ¡si
pareces un choricillo!-y se empieza a descojonar, la graciosa de ella- ¿Pero vas
a poder andar con eso puesto?
-¡Claro que
sí!- Y sigo con la pierna 2. Primero la crema y después el film.
-Esta
pierna te está quedando mejor que la otra ¿eh? Pero igual ¿no está demasiado
apretada?
-No,
hermana, es así.
-Ya veo ya.
Me dejas pasmada. A mi madre –la llama así, como si no fuera también madre mía.
Es la costumbre de estar separadas- no le hacen así cuando va a la láser.
-Pero es
que a tu madre, y a la mía, le hacen con otro láser diferente.-Acabo con la
pierna 2 y mejoro el vendaje de plástico de la pierna 1, que me había quedado
un poco chuchurrío.
-Ya veo.
-Bueno.
Esto ya está. Ahora lo divertido. ¡INGLES!
Y darse la
crema en las ingles es especialmente divertido porque ahora todas las mujeres
sobre la faz de la tierra tenemos un pubis con un vello que no es humanamente
posible tener de manera natural. Esto significa crema anestésica a cascoporro y
por doquier.
“¿Por qué?”
joe, amiga preguntona, hay que decírtelo todo. Pues sencillamente, porque ahora
las mujeres nos reducimos a dos tipos en lo que a este tema se refiere: Skinhead –calva como el calvo de la
lotería- o Crestica –así en plan
punky-. Nada de pelo “normal”.
En resumen:
mucha, mucha, mucha crema anestésica.
Mientras
estaba yo dándome la en los rincones más recónditos de mi ser –y en unas
posturas cuanto menos inverosímiles- me inquiere mi hermana:
-¿Y tú esto
por qué no lo has contado en la Bailarina? –y yo no me lo puedo creer. Me
incorporo y la miro incrédula con los ojos como platos.
-Pero vamos
a ver, hermana, vamos a ver: MÍRAME. ¿Tú crees que esto –y me señalo eso todo lleno de anestesia- lo voy a
contar en el blog? Esto es ya demasiado ridículo hasta para mí.
-Pues no
veo por qué no lo cuentas. Total, con lo que has escrito ya… ¡Esta la cuentas!
-Ni hablar,
y punto.
Y mira, aquí
estoy, hermana. Hablando de mi eso.
Siéntete “agradecida”.
Bueno, volviendo a la anestesia, termino con la zona 0 -con mi hermana estudiándome cada
movimiento como si fuese una paciente de frenopático y negando con la cabeza
cada dos minutos- , y en el momento film, con todas las manos aun pringadas de
crema, le miro con cara de auxilio.
-Esto… ¿Me puedes ayudar?
-¿Que te
QUÉ?
- Aver,
lerda, que no me tienes que toquitear nada ¿Eh? Tiquismiquis… Mira, me pongo yo
la primera capa de plástico –y, efectivamente, así lo hago. Pongo sobre mí una
tira de plástico en modo compresa de noche XXXL- ¿ves? Lo que pasa es que se me
mueve y necesito ajustarme más esto. Entonces, si me lo pones así tipo faja por
la cadera para que aguante…
-A ver que
te ayude. Trae -y coge el film- ¿Así?- me dice mientras me envuelve toda yo.
-Sí… bueno
así está bien. Más vale que sobre que no que falte.
Eso supuso
estar envuelta de muslos a cintura y desde la rodilla hasta los pies. Algo
discreto, vamos. Una vez terminada la envoltura, me puse la ropa interior y
¿Qué hice? No podía quedarme sin que el mundo viera la maravillosa obra de arte
que acabábamos de realizar, era toda una Bailarina-momia-choricillo-transparente-apretada,
así que ni corta ni perezosa me fui al salón, donde mis padres estaban viendo
la tele:
-¡¡Miradme!!
¡Vengo del futuro! Os voy a llevar a mi nave del tiempo…
-¡¡¿¿Pero
hija mía, qué te has puesto??!! ¿Y qué es eso que llevas AHÍ? –y le propina un súper codazo a mi padre, que estaba un poco
“traspuesto” después de comer- ¿Pero tú has visto eso? ¿Has visto lo que se ha
puesto tu hija?
Mi padre,
pragmático donde los haya, abrió un ojo, me miró, y murmuró antes de ponerse de
nuevo a roncar:
-Hay que
joderse.
Fin de las
aportaciones de mi padre a mi figura de choricillo. Así que con mi hermana
descojonada perdida, mi padre durmiendo y mi madre muy horrorizada me vestí
para irme ya a mi esteticién asesina. Fue un lapso de tiempo cortísimo pero mi
madre me pilló por banda y empezó a lanzarme preguntas a mil por hora mientras
mi hermana se meaba viva de la risa:
-¿Pero tú
estás segura de que es así esto que te tienes que poner?
-jijiji- Mi
hermana.
-Sí, madre.
Lo he hecho otra vez más y es así
-¡Oye pero
es que tú suenas a plástico cuando andas! ¿Cómo vas a ir así? No tendrás que ir
andando, ¿verdad?
-jijiji- Mi
hermana.
-No, madre.
Voy en autobús.
-No me
llames madre que pareces una paleta de pueblo, eso es de carcas. ¿Y cómo vas a
ir al autobús?¿Ya puedes andar?¿Estás segura de que no se te van a dormir las
piernas? A ver si te caes en medio de la calle por la anestesia que no te
responden las piernas.
-jojojojo-
Mi hermana, otra vez.
-Mamá, por
favor. Que esto solo te duerme la piel, puedo andar perfectamente.
-¿Estás
segura? Le despierto a tu padre ahora mismo de la siesta y que te lleve en
coche, que me quedo más tranquila. Si es que mírate cómo andas por el pasillo,
que pareces Robocop, ¿Cómo vas a llegar así a ningún sitio?
(sí, ya
sabéis quién se reía)
-Madre, ya
estoy vestida, ya he ido así más veces y no me ha pasado nada y voy a volver a
ir así con los plásticos en la pepitilla…
-¡¡BAILARINA!!
-…en la
pepitilla y en autobús donde la esteticién. Y ya está.
-Ala lo que
ha dicho, qué fuerte- Mi hermana metiendo baza, claro.
-¡¡Esa
boca, esa boca, esa boca que te la anestesio de un guantazo!!
-¡Mo-vi-da,
Mo-vi-da!- ya jaleando a tope el ambiente.
-Es verdad,
perdóname. Pero bueno, ya estoy. No te preocupes de verdad que voy bien, llego
bien y cuando vuelva a casa te llamo. No se me van a dormir las piernas por la
calle, puedo andar perfectamente, tengo aquí dinero para el bus y las paradas
están de puerta de casa a puerta del centro. Ale, me voy. Un beso, hermana-
Muack, y le cayó un “perra cabrona” al oído como una catedral-. Madre –muack-.
¡Hasta luego!
¿Y sabéis
lo peor de todo? Que ni siquiera eso fue lo peor. No amigos. Lo peor fue tener
que ir en un autobús rodeada de desconocidos con film transparente
sobresaliendo de los pantalones hacia los pies ¡¡Hacia los dos pies!!
Todos en
ese lugar supieron que estaba cubierta de film como una choricilla. Qué vergüenza.