14 de octubre de 2013

GAUDEAMUS IGITUR, IUVENES DUM SUMUS


Supongo que muchos de vosotros estaréis entrando aquí con un ojo cerrado para no ver con todo su esplendor toda mi ira cayendo sobre mi Querido Novio, que se metió por aquí sin mi consentimiento y además me puso a caer de un burro en el post la semana pasada.

No obstante, el jodío ha sabido bien cuándo entrar, porque el viernes es su cumpleaños y ahora está oficialmente bajo la protección del cumpleañero. No vale enfadarse, ni malos rollos ni nada. Ahora todo es felicidad y “¿qué será, qué será el regalo de tu cumple?”.

Ahora las conversaciones son del tipo:

-Cosita bonita, capullito de alelí, el viernes tu cumpleañitos, yupi. ¿Y qué te va a caer de regalo, eh, eh, eh?

-Ah, pero ¿Ya tienes mi regalo comprado?

-Pues claro que sí, ¡cosita! Desde hace un  montón.

-¿Y qué es? ¿Qué es? Ay qué nervios.

-UN PULSÓMETRO PARA QUE TE JODAS. Que nooooo, ¡tontín!

De manera que la sangre no ha llegado al río. Hay coñas, pero no sangre.
 
 

Para los que me habéis preguntado “¿Oye pero… estáis bien ahora vosotros?” O también “¿Cómo de cómodo es vuestro sofá? Porque ¿vais a dormir juntos después de esto?” os diré que todo va bien, sobre ruedas, como siempre. También para una preocupada amiga-cuñada Torpe que me escribió “oye por favor arreglad esto que yo quiero boda. ¡Quiero ponerme una pamela por una vez en mi vida!”. Tranquilidad, no sé nada de bodas pero montaremos algún sarao, y te pones lo que quieras.

Así que, dejamos al Querido Novio a un lado, y cambiamos de tema. Porque ay amigos, en qué jardín me he metido.

Como mi vida no es completa, y me sobra tiempo a raudales, voy a volver a estudiar. A pesar de trabajar cara al público en una pecera, ir a hacer el ridículo al gimnasio tres veces por semana mínimo, escribir este blog (que os creéis que esto son cinco minutitos de ji ji ji, ja ja ja, y post listo, y nada más lejos de la realidad) y tener una perra ansiosa, he decidido que me faltaba algo más para rellenar mi “tiempo libre”.

Una chispa, un meneo, un aliciente a mi día a día. Porque yo soy muy de apalancarme en el sofá si tengo esa oportunidad, y una vez me meto ahí ya no me sacáis de ese bucle de vaguerío de perdición. Porque sin hacer nada se está muy a gustito, para qué engañarnos.

Pero no, amigos míos, yo me he sobrepuesto a mis ganas de tocarme mi pequeña nariz y me he ido al otro extremo. Voy a estudiar, sí, pero nada de cursillitos tontos de unas pocas horas, que eso es una chufla para rellenar currículum. Yo voy a lo grande: vuelvo a la Universidad a hacerme un Máster.

Ole ahí.
 
 

Total, que como me va la marcha, y a su vez soy un desastre en lo que a tener fuerza de voluntad se refiere, el máster es presencial 100%, y así me obligo a ir. Tengo clase los viernes tarde (absolutamente toda la tarde) y sábados por la mañana (absolutamente toda la mañana) en una facultad que no puede decirse que esté cerca de casa precisamente. Está en la provincia de al lado.

Y eso de que esté en la provincia de al lado significa que los viernes por la noche voy a pernoctar en hostaluchos y pensioncillas, que voy a viajar en autobús más que en el resto de mi vida entera, y, presumiblemente, que retomaré los “viernes universitarios” de cenas y “cañas” (yo iré a vinos blancos o Martinis, que la cerveza… no).

Para comenzar la fase académica con buen pie os diré que tres días antes de empezar las clases me fui a una papelería y arrasé con todo. Porque aquel anuncio de El Corte Inglés que rezaba “volver a estrenar zapatos y libros…” ha hecho mucho daño a nuestra generación, y ya vamos cada año con la tara de tener que comprar material escolar nuevecito y resplandeciente (y, en mi caso, el más caro de la tienda).

Me planté en clase con un precioso estuche de coches de colores, una funda para los apuntes, y bolis y rotuladores de la más diversa índole (porque no, un solo boli azul o negro no es suficiente, hay que darle COLOR a los apuntes, que si no, vaya rollazo). Asimismo, me compré una carpeta clasificadora para guardar los apuntes en casa una vez ya usados y paseados de provincia en provincia.

 Preciosa. Rosa. Forrada en piel de mentira.

La más cara de toda la tienda. Y cuando digo la más, es LA MÁS. Que una carpeta normal cuesta como 3,50€ y la mía me salió por nada menos que 18 Eurazos. Que estaba yo en la cola de la caja pensando “Pero Bailarina, vamos a ver, si es una puñetera carpeta ¿qué más dará el color? ¿Tan importante es que sea rosita?” y me respondía a mí misma “Sí, sí, me importa. Quiero esta que mira qué mona es… y lo necesito para motivarme” y me volvía a decir “anda que vaya tipa, estás hecha una cursi y una imbécil, porque vas a pagar un dineral por la chorrada de que sea rosa” y la discusión mental acabó con un “pues sí, seré gilipollas, pero esta carpeta rosa que me cuesta un ojo de la cara me la pago yo y yo me la llevo para casa, ea”.


 
Y así fue, y lo mejor de todo es que reunidas el comité de sabias (léase Torpe, Friki y Cremitas) acordamos que había hecho muy requetebién comprando esa carpeta y no esos otros abortos de carpetas de colores infumables. Porque como muy bien me dijo Friki, que es Doctora en Psicología  “Has hecho muy bien, que esa carpeta luego queda para siempre, y siempre no se puede ser cutre”.

Y si una Doctora te dice eso, pues te quedas reforzada.

Pero no todo es estudiar. Para comenzar la fase lúdica del máster con buen pie os diré que según llegamos a clase teníamos a uno de los “veteranos”, que está acabando su máster ahora, para darnos una calurosa bienvenida. En un plan “aquí te pillo aquí te mato” de libro, le pidió permiso a la profesora para meterse en el aula, y cuando le dijo que sí, se subió a la mesa de los ponentes para darnos su particular speech inaugural. Desde allí, nos vino a decir cuatro cositas sobre el máster y… que teníamos cena de clases a la noche. Nos habían reservado mesa, ellos ejercían de Pigmalión con nosotros y nos descubrían el sector hostelero nocturno de la ciudad.

Pues oye, ni mil palabras más. Si nos organizan una cena, tendremos que ir.

Y fuimos, claro. Para algo tenía yo cogida una pensión chunga. Cuantas menos horas pasara allí, mejor.

Total, que como yo soy “de los de fuera” y los viernes de aquí a diciembre de 2014 la gente me tiene que sacar a cenar por ahí sí o sí, sean de la ciudad o pernoctadores de hostales como yo, pues ahí estuve, al pie del cañón. Making friends. Desde luego los de mi edición del máster estarán contentos porque al final me quedé como la única representante de la clase –y por alguna extraña razón a ninguno de mis amigos “de verdad” les pareció raro que me quedara hasta el final cuando les conté la cena. Por qué será-. El último compañero me abandonó a las 5 de la mañana, y yo me quedé hasta las 6 con los de la edición pasada del máster, que acaban sus clases en diciembre.
 




Es decir, un plan abrazafarolas inimitable. Que me daba igual a quién me pusieran ahí para hacerme compañía que yo me iba con ellos sin dudar. De vez en cuando hacíamos una “ronda de nombres” para ver quién era quién, y listo. La gente de los grupos a nuestro alrededor flipaba en colorines, claro, porque éramos el grupo más animado de cada bar al que entrábamos y no teníamos muy claro quién venía con nosotros y quién no.

Total, que el viernes vuelvo a clase con las presumibles miraditas entre nosotros de “ey, el viernes pasado, qué guay estuvo, ¿eh?”. Y tan mal no estaría porque ya estamos organizando la siguiente cena. Ahí, una clase comprometida con las actividades extra para “hacer equipo”.

Vuelta a la uni. ¡Qué suerte la mía!

Acabo mi post de hoy con una nota para mis queridas amigas: me consta que habéis estado elucubrando anécdotas en las que no salgo precisamente bien parada, todo para establecer una alianza común con mi Querido novio y en contra de mi persona.

Anécdotas del tipo “¿os acordáis de cuando nos invitó a cenar a su casa y total que tenía que hacer un writing para sus clases de inglés y nos hizo estar ahí a todas en la mesa elucubrando ideas y traduciéndolas al inglés? Parecía una negrera. ¡Si hasta las 11 de la noche no nos dio de cenar!”.

A vosotras os digo: sentíos completamente libres de escribir lo que os plazca, porque estar a las duras y a las maduras es lo que tiene. Que se os quiere, y por eso aquí tenéis barra libre.
 
 

Eso sí, no me hagáis otro blog que me creáis competencia desleal y me quedo sin visitas y eso sí que no puede ser.