No sé si os he dicho
alguna vez esto pero soy una súper pazguata de la informática así en general.
Tener un blog y ser capaz de plantarle en medio del texto semanal una foto mona
me parece la releche, y poco a poco voy aprendiendo cositas para tener esto
limpio de polvo y apañadete para cuando vienen las visitas.
Como usuaria de Internet
también voy a lo básico, y a mí de ahí no me sacas ni a tiros. ¿Por qué? Muy
sencillo, porque no entiendo de ordenadores, porque no me interesan, y
fundamentalmente, porque es una cosa que me suele aburrir soberanamente, y
desconecto.
Con las redes
sociales me pasa un poco igual. Tengo un uso bastante discreto de lo que viene
siendo todo esto del Twitter y el Facebook y el Instagram y el Pinterest y el
Foursquare y demás cositas. Sí, que tener tengo de todo –medio muerto de la
risa por desuso, eso sí- porque a mí me va la marcha más que a nadie, pero
ponerme a narrar toda mi vida para todos mis amigos, eso sí que no. Que quiero
a mis amigos y quiero mantenerlos.
Yo no quiero ser de esa gente que te cuenta cómo se ha levantado,
de qué humor, te cuelga la foto del desayuno que se va a meter entre pecho y
espalda, te cuenta si va aquí o allá, si hace esto o lo otro… así, a lo largo
del día tú vives tu vida y la suya al mismo tiempo. A mi esa gente me aburre
mucho, y al final acabo borrándolos de todas partes, por pesados, claro.
Ahora bien, no es
menos cierto que aquí con el tutú puesto y vestida de Bailarina yo os cuento
hasta si soy más de braga que de tanga, porque no conozco el pudor en mi vida
paralela. Lo sé, soy pura incongruencia.
(Y soy de braga, por
cierto)
El caso es que como pazguata
de los ordenadores la pasada semana tuve un suceso muy paranormal en mi vida
que os tengo que contar con urgencia (y las bragas no tienen nada que ver con
esta historia, de manera que haced el favor de olvidarlas ya. Gracias).
El pasado martes me
metí en mi Facebook desde el ordenador. Hacía siglos que no lo hacía, porque desde
el móvil las chorradas que hay por ahí se ven maravillosamente y, sinceramente,
no necesito más, porque no se a vosotros pero a mí el timeline me lo tienen
saturado todos esos de los que hablábamos antes, que te cuentan todos y cada uno
de los pensamientos y de pajas mentales que tienen.
Y solo el Facebook
le aguanta sus pajas mentales ya, normal. Total, un horror.
Sin embargo, el
martes estaba delante del ordenador y me dije “vamos a mirar el Facebook”, y se
lió.
Resulta que el Facebook
en el móvil es una versión reducida de lo que te puedes encontrar en el
ordenador. Todos esos “ay, el Facebook me dice no se qué de un amigo…bah, luego
lo miro” y que nunca jamás vuelves a saber dónde están… están en el ordenador. Pero
eso no es lo peor.
Lo peor es que hay
un apartado en “mensajes” que se llama “otros”
y que es una carpeta aparte que solo se ve si se mira desde el PC. Fue abrir la
susodicha carpeta y desatar el mismísimo apocalipsis.
Ahí había de todo: mensajes
de propaganda –borrar-, mensajes de propaganda medio porno –borrar-, un tipo
que no conocía de nada que se venía a vivir a mi ciudad y me escribía para
conocer a amigos “y lo que fuera” –borrar-, y EL mensaje.
6 de enero, día de
Reyes. La noche anterior… como para haber recibido una tonelada de carbón ¡¡por
mala!! Hasta que no cerró el último bar no nos fuimos a casa. Cuando llegamos
casi pillo a los Reyes marchando hacia Oriente de nuevo.
Esas noches que se
van de las manos y acaban en amaneceres, vamos.
Total, que en la carpeta
“Mensajes-Otros” me encuentro con este texto de un tipo que, la verdad es que no
conozco pero tiene una cara que se me hace familiar.
6 de enero. Individuo Misterioso:
Hola Bailarina! No he sido capaz de decirte
ni hola, qué lerdo soy, pero te me has ido. La fiesta de hoy ha sido lo más,
lástima la lluvia! Ahora toca sufrir, dentro de un rato comida con la family y
otra vez con los amigos de cañas. Espero verte pronto. Mua.
Leo el mensaje, y
pienso “este chico no sé quién es”. Frunzo el ceño y saco los morros apretados
para fuera como un pez muy feo, es una pose que me ayuda a pensar pero me va a
sacar unas arrugas horrorosas de aquí a cinco años. Me tengo que quitar este
vicio pero ya.
“a ver, Bailarina, 6
de enero, noche de reyes… y si te habla así de cercano por tu nombre y todo
será que lo conoces. A ver a quién tienes de amigo en común ¡¡¡PUF A ESE
PESADO, QUÉ PEREZA!!! Y no, no me suena de ser amigo de este… pues no sé, piensa,
noche de Reyes, ¿Pudiste ver a este individuo en la fiesta que te pegaste? Mmmm….”
Y no, el Individuo Misterioso
seguía siendo un enigma. ¿Quién era este chico? ¿De qué me conoce? ¿Cuándo nos
vimos? ¿Nos vimos de lejos y no me saludó? Porque hablar, parece que no
hablamos… puf, yo qué se. Sigo leyendo
12 de enero. Individuo Misterioso:
Gracias por no contestar
…
…
…
Ira creciendo
descontroladamente.
…
…
-¿¿¿¿PERO QUÉ
COÑO???? ¿¿Este tío de qué va??
Uyyyy… qué cabreo
monumental me agarré que echaba humo por las orejas. Pero vamos a ver,
Individuo Misterioso: me escribes un mensaje, no te tengo en el Facebook ni en
la cabeza registrado ni te conozco ni sé nada de ti, ¿¿Y ME VIENES CON ESTA
MIERDA DE FOLCLÓRICA INDIGNADA?? No, no, no, no y no.
Agarré el teclado y
le escribí la respuesta, así sin consultarlo con el consejo de sabias (mis amigas, porque un "mirad qué me ha pasado" habría sido suficiente), nada.
A lo loco. El morro fruncido de pensar había evolucionado a morro MUY fruncido
de indignación.
24 de junio. Bailarina Frustrada:
Hola! Me veo en la obligación de decirte que
tus mensajes estaban en una carpeta llamada “otros” y no los he leído hasta hoy
(24 de junio). Te lo comento de cara a futuro, para que midas tus
impertinencias con la gente. Saludos!
Y así, amigos míos,
es cómo podéis tocarle las pelotas a esta Bailarina que os escribe y convertirla
en Godzilla. Después pensé que quizá escribirle en junio por un mensaje enviado
en enero era un poco excesivo, pero qué leches, él me había rastreado antes en
el Facebook y se había tomado la libertad de escribirme.
Así que, hombres del
mundo que os ponéis a tirar fichas así por las Redes sociales, por si suena la
flauta: si os tomáis la libertad de invadir la intimidad de otra persona, no
pretendáis que os responda. Y desde luego, ponerse en plan “contesta”, “por qué
no me escribes” o este folclórico “Gracias por no contestar”… es mal.
P.D. El Individuo
Misterioso me pidió disculpas a los quince minutos de enviar mi mensaje.
Resulta que estaba pasando por una mala época y estaba muy arisco. Ahora somos
amiguitos en el Facebook y nos llevamos muy bien (eso sí, creo que ya sabe que no
tiene nada que hacer conmigo).