30 de junio de 2014

TE HAGO UN RINCONCITO EN EL ARCHIVO DE MI CORAZÓN

No sé si os he dicho alguna vez esto pero soy una súper pazguata de la informática así en general. Tener un blog y ser capaz de plantarle en medio del texto semanal una foto mona me parece la releche, y poco a poco voy aprendiendo cositas para tener esto limpio de polvo y apañadete para cuando vienen las visitas.






Como usuaria de Internet también voy a lo básico, y a mí de ahí no me sacas ni a tiros. ¿Por qué? Muy sencillo, porque no entiendo de ordenadores, porque no me interesan, y fundamentalmente, porque es una cosa que me suele aburrir soberanamente, y desconecto.


Con las redes sociales me pasa un poco igual. Tengo un uso bastante discreto de lo que viene siendo todo esto del Twitter y el Facebook y el Instagram y el Pinterest y el Foursquare y demás cositas. Sí, que tener tengo de todo –medio muerto de la risa por desuso, eso sí- porque a mí me va la marcha más que a nadie, pero ponerme a narrar toda mi vida para todos mis amigos, eso sí que no. Que quiero a mis amigos y quiero mantenerlos.


Yo no quiero ser de  esa gente que te cuenta cómo se ha levantado, de qué humor, te cuelga la foto del desayuno que se va a meter entre pecho y espalda, te cuenta si va aquí o allá, si hace esto o lo otro… así, a lo largo del día tú vives tu vida y la suya al mismo tiempo. A mi esa gente me aburre mucho, y al final acabo borrándolos de todas partes, por pesados, claro.



Ahora bien, no es menos cierto que aquí con el tutú puesto y vestida de Bailarina yo os cuento hasta si soy más de braga que de tanga, porque no conozco el pudor en mi vida paralela. Lo sé, soy pura incongruencia.


(Y soy de braga, por cierto)



El caso es que como pazguata de los ordenadores la pasada semana tuve un suceso muy paranormal en mi vida que os tengo que contar con urgencia (y las bragas no tienen nada que ver con esta historia, de manera que haced el favor de olvidarlas ya. Gracias).


El pasado martes me metí en mi Facebook desde el ordenador. Hacía siglos que no lo hacía, porque desde el móvil las chorradas que hay por ahí se ven maravillosamente y, sinceramente, no necesito más, porque no se a vosotros pero a mí el timeline me lo tienen saturado todos esos de los que hablábamos antes, que te cuentan todos y cada uno de los pensamientos y de pajas mentales que tienen.


Y solo el Facebook le aguanta sus pajas mentales ya, normal. Total, un horror.


Sin embargo, el martes estaba delante del ordenador y me dije “vamos a mirar el Facebook”, y se lió.




Resulta que el Facebook en el móvil es una versión reducida de lo que te puedes encontrar en el ordenador. Todos esos “ay, el Facebook me dice no se qué de un amigo…bah, luego lo miro” y que nunca jamás vuelves a saber dónde están… están en el ordenador. Pero eso no es lo peor.


Lo peor es que hay un apartado en “mensajes” que  se llama “otros” y que es una carpeta aparte que solo se ve si se mira desde el PC. Fue abrir la susodicha carpeta y desatar el mismísimo apocalipsis.


Ahí había de todo: mensajes de propaganda –borrar-, mensajes de propaganda medio porno –borrar-, un tipo que no conocía de nada que se venía a vivir a mi ciudad y me escribía para conocer a amigos “y lo que fuera” –borrar-, y EL mensaje.



6 de enero, día de Reyes. La noche anterior… como para haber recibido una tonelada de carbón ¡¡por mala!! Hasta que no cerró el último bar no nos fuimos a casa. Cuando llegamos casi pillo a los Reyes marchando hacia Oriente de nuevo.


Esas noches que se van de las manos y acaban en amaneceres, vamos.


Total, que en la carpeta “Mensajes-Otros” me encuentro con este texto de un tipo que, la verdad es que no conozco pero tiene una cara que se me hace familiar.


6 de enero. Individuo Misterioso:
Hola Bailarina! No he sido capaz de decirte ni hola, qué lerdo soy, pero te me has ido. La fiesta de hoy ha sido lo más, lástima la lluvia! Ahora toca sufrir, dentro de un rato comida con la family y otra vez con los amigos de cañas. Espero verte pronto. Mua.


Leo el mensaje, y pienso “este chico no sé quién es”. Frunzo el ceño y saco los morros apretados para fuera como un pez muy feo, es una pose que me ayuda a pensar pero me va a sacar unas arrugas horrorosas de aquí a cinco años. Me tengo que quitar este vicio pero ya.



“a ver, Bailarina, 6 de enero, noche de reyes… y si te habla así de cercano por tu nombre y todo será que lo conoces. A ver a quién tienes de amigo en común ¡¡¡PUF A ESE PESADO, QUÉ PEREZA!!! Y no, no me suena de ser amigo de este… pues no sé, piensa, noche de Reyes, ¿Pudiste ver a este individuo en la fiesta que te pegaste? Mmmm….”


Y no, el Individuo Misterioso seguía siendo un enigma. ¿Quién era este chico? ¿De qué me conoce? ¿Cuándo nos vimos? ¿Nos vimos de lejos y no me saludó? Porque hablar, parece que no hablamos… puf, yo qué se. Sigo leyendo


12 de enero. Individuo Misterioso:
Gracias por no contestar




Ira creciendo descontroladamente.




-¿¿¿¿PERO QUÉ COÑO???? ¿¿Este tío de qué va??


Uyyyy… qué cabreo monumental me agarré que echaba humo por las orejas. Pero vamos a ver, Individuo Misterioso: me escribes un mensaje, no te tengo en el Facebook ni en la cabeza registrado ni te conozco ni sé nada de ti, ¿¿Y ME VIENES CON ESTA MIERDA DE FOLCLÓRICA INDIGNADA?? No, no, no, no y no.



Agarré el teclado y le escribí la respuesta, así sin consultarlo con el consejo de sabias (mis amigas, porque un "mirad qué me ha pasado" habría sido suficiente), nada. A lo loco. El morro fruncido de pensar había evolucionado a morro MUY fruncido de indignación.



24 de junio. Bailarina Frustrada:

Hola! Me veo en la obligación de decirte que tus mensajes estaban en una carpeta llamada “otros” y no los he leído hasta hoy (24 de junio). Te lo comento de cara a futuro, para que midas tus impertinencias con la gente. Saludos!






Y así, amigos míos, es cómo podéis tocarle las pelotas a esta Bailarina que os escribe y convertirla en Godzilla. Después pensé que quizá escribirle en junio por un mensaje enviado en enero era un poco excesivo, pero qué leches, él me había rastreado antes en el Facebook y se había tomado la libertad de escribirme.





Así que, hombres del mundo que os ponéis a tirar fichas así por las Redes sociales, por si suena la flauta: si os tomáis la libertad de invadir la intimidad de otra persona, no pretendáis que os responda. Y desde luego, ponerse en plan “contesta”, “por qué no me escribes” o este folclórico “Gracias por no contestar”… es mal.




P.D. El Individuo Misterioso me pidió disculpas a los quince minutos de enviar mi mensaje. Resulta que estaba pasando por una mala época y estaba muy arisco. Ahora somos amiguitos en el Facebook y nos llevamos muy bien (eso sí, creo que ya sabe que no tiene nada que hacer conmigo).