13 de mayo de 2013

May the force be with you (Episode I)

Sí amigos, que la fuerza os acompañe. Porque, por si no lo sabéis, el pasado sábado 4 de mayo era el día internacional de Star Wars, porque los seguidores frikis de la saga somos así, frikis, y nos hacen gracia cosas como que “4 de mayo” sea “May the 4th”, o sea, Fourth Force Fuerza.  Y con eso ya nos sonreímos y todo estupendo.

Inciso: sí, soy bailarina frustrada y también muy fan de Star Wars, y que te gusten ambas cosas es perfectamente compatible (y visto lo visto, no tan raro).


…Y cierro inciso.

Total, que yo quería aprovechar un día tan significativo como ese para presentaros a mi querida y particular princesa Leia -mi perra-. Contaros “en clave de humor” todo lo que ha ido mordiendo por casa o lo que nos ha cambiado la vida ahora que ella ha llegado a nuestras vidas; escribir un poco sobre ese nuevo universo perruno que se abre ante ti cuando recoges un perro por primera vez en tu inocente vida, vamos.

No obstante, estos días han sido fatídicos y tenía más ganas de estrangular a la susodicha que de escribir sobre ella, ¡Y muchisísimo menos en clave de humor! Una entrada sobre Leia el lunes pasado habría sido una retahíla de juramentos malsonantes  hacia ella y lloros dramáticos para mi pobre casita que está patas arriba desde que ella cruzó el umbral.

Ha hecho falta una esterilización perruna –también conocida como vaginecnosecuántitomización-, para que “esa perra inmunda” haya pasado a “ay pobrecita, mi cosita bonita”. Y ese sofá roto a tiras y ese armario destrozado a mordiscos (entre otros) ya no son tan dramáticos. Ahora ya estoy de nuevo concienciada con la psicología perruna, y adoro a mi pobre perri y solo quiero que sea feliz como una perdiz.

Porque sí, amigos, esto de tener un perro en el siglo XXI es como tener un niño pero en ridículo, porque claro, no deja de ser un perro, pero ahora, los cuidados son como si tuvieras un bebé. Que si pienso especial para cachorros, que si los comederos de acero inoxidable, que si premios para darle cuando hace las cosas bien, que si una camita para la perra,  y por supuesto, formación intensiva a base de capítulos y capítulos y capítulos de César Millán, el encantador de perros.

Esto te lobotomiza el cerebro y te encuentras como una nueva hippie-hipster hablando de “la energía del perro” y del “equilibrio cerebral del perro”, y de “estar en consonancia con el entorno”, y de “ser el líder de la manada” (Bueno, esto último muy hippie no es, pero es lo que toca, ser la líder). Vamos, loca perdida, pero como es lo que dice César Millán, va a Misa. Y ahí estás tú, haciendo todos los ejercicios del mundo para que la perra te vea como líder, y que a la vez esté educada, y que sea feliz y equilibrada, y obediente, y canalice su energía y bla, bla, bla.

Para más inri, poco a poco te vas metiendo en un nuevo mundo. Te haces con una “pandilla” perruna, y te juntas todos los días con los mismos dueños de perros para que el tuyo juegue con ellos. Evidentemente, tu relación con tu nueva pandi es puramente circunstancial, porque a ver en qué otro momento de tu vida te ibas a juntar tú con un grupo tan variopinto como ese. Pero nada, ahí estás echando las tardes, por tu perro.

Como  esta nueva pandi  no son tus amigos ni son nada, hablas de lo único que te une a ellos, o sea, los chuchos. Que si qué tal va el tuyo, que cómo come, que si es más de comer de mañanas o de noches, que si el mío ha pasado una noche horrible, que si a ver si el tuyo ha dejado de hacer pis en casa, que si el mío tardó sólo un mes, y todo tipo de cosas fantásticas que hacen nuestros respectivos cuadrúpedos.

Total, que en mi caso, yo que juraba y perjuraba que no iba a caer en esa horterada de tener un niño-perro, me echo las tardes con los amigos de Leia y sus dueños, y les voy haciendo el tercer grado cada vez que me junto con ellos. Epic fail. Eso sí, he de decir que me intereso por las historias de los demás para poder aplicarla a mi relación personal con Leia, y es que no tengo una perra al uso, no, no no. Ella es una perra especial, diferente, fuera de lo normal; y no es amor de dueña, no, es que tengo una perra con ansiedad por separación, también conocida como APS.



¿Cómo se os queda el cuerpo serrano? ¿Eh? ¿Eh? ¿A que eso no lo habíais visto venir? Ale, pues ahí lo tenéis. Esto es lo que ha acarreado humanizar a los perros, una perra depresiva como si fuese una persona humana con dos piernas, pero no, es un can.

¿Y qué significa tener APS? Para esos amigos lectores que no habéis caído en la tentación de tener un perro y esto os suena tan ridículo como cuando yo lo oí por primera vez: significa que cuando se queda en casa sola se pone muy triste muy triste porque se cree que te vas para no volver nunca jamás, y entonces en venganza te rompe la casa. Pero ojo, que no es por joder (ops! Palabrota, pero requerida), lo hace porque está fatal, nerviosa, deprimida, triste, y no le puedes echar la bronca al llegar y encontrarte tu casa como si el diablo de Tasmania hubiese decidido asentarse por ahí, no, no, porque entonces se cree que le echas a bronca sólo por el hecho de verla a ella, y ya eso es de dueña desalmada.

Vamos, que ella está pico y pala rompiendo todo a su paso mientras tú trabajas, y cuando llegas y te encuentras la casa como una verbena (Copyright: Miguel Bosé), le tienes que ignorar y no decirle nada de nada. Solo “Hola, muy bien Leia, a tu cama”, y ya te pasas media hora recogiendo sin hacer ver que ha sido por su culpa. Todo muy normal.

Y le ignoras cuando te destroza el sofá, y cuando te parte las puertas de los armarios (vale, eran de Ikea, pero eran armarios), y cuando saca uno a uno los abrigos de dentro de los armarios y te los desperdiga por casa, y cuando se escapa de un transportín homologado para volar, y cuando te muerde tus zapatos de tacón sin estrenar, y te rasga tu blusa nueva de Reyes, tu nada, ahí, firme. Ignorar. Como si no fuera contigo la cosa, como si no te importara nada.

Evidentemente, las ganas de sacarle los ojos están ahí, pero hemos ido optando por medidas alternativas y dejando lo de los ojos para más adelante. ¿Cuáles? Bueno, para eso tendréis que esperar un poquito, que bastante os he martirizado ya.

¡Feliz día!