Esta semana
he tenido un sustito que me ha subido los ovarios a la garganta, así de crudo. Y
es que pensaba que había quedado al descubierto con la peor persona con la que
podría quedar al descubierto: mi drama mamá.
Mi
madrecita del alma querida es una muy buena madre, que a veces tiene sus
momentos dramáticos sobreprotectores maternos, pero en general es una madre que
mola un montón.
Tengo que
admitir que en este blog no he hecho mucha justicia con ella, porque siempre
que ha sido protagonista la he puesto en plan madre histérica, y en realidad
tampoco es así del todo. Bueno, la vez que me hice el corte en el pie fue así
tal cual como os lo conté, sin media coma menos. Fue exactamente así.
¿Y por qué
estoy reculando de esta manera tan cutre y tan ridícula? Preguntaréis. Pues
simple y llanamente, porque el jueves pensé que mi madrecita había dado con
este blog y que me había leído; evidentemente, mi primer pensamiento fue “¡Mierda!
¡Tierra, trágame!”. Luego no me quedó del todo claro si había llegado a descubrir
el blog o no, pero por lo que pueda pasar yo me voy retractando desde ya de mis
palabras. Que amo la vida.
Los
acontecimientos se sucedieron más o menos así:
Habíamos
salido de compras juntas porque mi madre, que es también personal shopper a la caza de chollos súper monos para sus hijas,
había visto en una tiendita un vestido precioso para mí. Estaba rebajado y era
el último que quedaba. Mini punto para mi mamá.
Evidentemente,
yo estaba contenta y desprevenida. Y es cuando me suelta de golpe y porrazo:
-Oye, con
todo lo que llueve en esta ciudad, ¿por qué no le compramos un chubasquero a
Leia? He visto que hay un montón de gente que lleva a los perros con
chubasqueros de esos. Pero uno bonito, en rojo, que seguro que está guapísima.
-¿Y… cómo
se te ha ocurrido lo del chubasquero, madre?- mientras tanto en la cabeza
resonaba una vocecita que decía una y otra vez “ha leído tu blog, sabe que eres
la Bailarina, huye si quieres vivir, ¡Insensata! Como se entere de todo lo que
has dicho de ella te cruje, te mata y te descuartiza”.
-Pues no
sé, de tanto llover, supongo. ¿Qué te pasa? Estás como blanca… ¿Te encuentras
bien?
-Sí, sí,
fenomenal.
Y ahí
quedó el tema. Pero que mi madre sacara a relucir lo del chubasquero una semana
después del post del chubasquero de Leia me pareció sospechoso. Con lo cual,
hoy me bajo los pantalones y os voy a decir lo mucho que mola mi mamá:
1.
Mi mamá me
mima (como todas).
2.
Mi mamá
busca y compra una ropa monísima para sus hijas (ya lo habéis leído).
3.
Mi mamá es
graciosa.
¿Y por qué
es graciosa? Pues porque una ex hippie que se iba de vacaciones con su novio y
después marido (mi padre) en una mítica furgoneta VW que se caía a pedazos no
es una madre al uso. Eso imprime carácter.
Tiene sus
partes malas, como la de no querer una hija ñoña vestida de princesa en
carnaval, porque es sexista. Pero tiene sus cosas buenas.
Para
empezar, le encanta la fiesta. Una juventud a base de noches sin dormir y
pulmonías post carnavales lo demuestran (y lo que no sabremos). Eso, a pesar de
los años, se le nota.
Ahora no se
va a ir contigo a una discoteca hasta las tantas (dice que para hacer el
ridículo ya están los borrachos que hacen el payaso en los bares, que ella no
está por la labor), pero si le montas una fiestecita clandestina petit comitè en casa con música y copas…
lo peta.
4.
Mi mamá no
sabe qué le gusta beber (y bebe de todo)
Esto es un
poco controvertido pero es así. Tú le dices:
-Bueno, la
hora de los copazos. Madre, ¿qué quieres beber?
Y ella,
haciéndose la fina:
-¿Una copa
yo? No, no, déjate de copas. Yo no quiero nada.
Pero claro,
luego llega el momento en el que estamos todos de sobremesa y ella “tiene sed”.
Y empieza con el cuestionario-curioso:
-¿Y tú qué
bebes?
-¿Yo?
Vodka-Cola –Mi hermana-. ¿Quieres probar un poco?
-Bueno… un
traguito, va.
Glu, glu.
Traguito.
-¿Y tú,
hija mía?
-¿Yo? Lo
mismo pero con limón, ¿Quieres probar?
-Bueno, a
ver a qué sabe…
Glu, glu,
glu.
-No está
mal, pero me gusta más el de tu hermana
-¿Te pongo
una copa igual que la suya?
-No hombre,
una entera yo no bebo.
-Bueno,
vale.
Y entonces
va donde sus sobrinos (mis primos de Zumosol):
-¿Y
vosotros qué bebéis?
- Ron-Cola,
tata, lo que hay que beber. ¿Quieres un poco?
-Bueno… un
poquito para probar.
Glu, glu,
glu, glu.
Después de
beberse a medias con mi hermana el vodka, con mis primos el ron y con mi tío la
ginebra le digo ya:
-Oye, te
pongo una copa de lo que tú quieras, pero deja de beber de todo que vas a salir
de aquí a cuatro patas, que estás venga a mezclar venga a mezclar.
-Uy, qué
cosas me dices hija, que soy tu madre ¿eh? A cuatro patas… ¡Que te he dicho que
no me bebo una copa entera!
-Bueno,
pues a medias con alguien. A ver, qué te ha gustado más de todas las que has
probado.
-El cubata.
-El cubata.
Ale, pues pongo una y te la bebes a medias con tu sobrinito querido ¿Vale?
-Vale, pero
infantil ¿eh? Con poquito ron.
-Poquito
ron, hecho.
Total, que
mi madre no sabe distinguir una copa infantil con tres gotas de ron de una copa
con ron para matar a un pirata. Pero una vez entrada en faena ella bebe. Y si
es con sus sobrinitos predilectos, mejor que mejor.
Ahora bebe
cubatas a medias con mis primos y se siente la más cool del lugar.
5.
A mi mamá
le gusta el champagne
Y le gusta
un montón. Además, he comprobado que si le vas rellenando la copa ella se la va
bebiendo y es capaz de tomarse media botella de Moët sin sentirlo apenas (hasta
que se levanta de la mesa). Y entonces volvemos al punto 3. Mi mamá es
graciosa.
Ah, y dato importante: en mi casa de bebe el champagne con sacarina. ¿Por qué? me preguntaréis. Pues muy fácil: porque le quita el gas. Sin la sacarina las burbujas se te suben a la nariz y pica. Champagne con sacarina es bien.
Que las amigas de tu madre crean que se toma algún tipo de droga de diseño con el champagne es mal, así que si lo vais a probar explicad que es sacarina, no droga. Droga es mal.
6.
Mi mamá es
fan de Miguel Bosé
…e ir con
ella a uno de sus conciertos es la bomba. Miguel, vuelve a hacer una gira
porque esos momentos son irrepetibles.
Hasta ahora
he ido con ella a dos conciertos. En el primero, yo gritaba a Miguel más que
ella para que se desmelenara y le gritara piropos. En el segundo ya se había
aprendido la lección y lo dimos todo.
Ver a tu
madre con los brazos en alto gritando a miguel bosé “¡¡Tío buenoooooooooooo!!”
no tiene precio. Bueno, verla así gritando y también haciendo amigas con las
fans de alrededor del recinto. La bomba.
7.
Mi mamá es
hipster
Dicho por
ella misma, ojo ahí. A ver cuántas madres conocéis que hayan dicho eso. El caso
es que se compró unas gafas para su presbicia, porque la pobre ve menos que un
pato de goma, y la verdad es que son las gafas más modernas que he visto jamás.
Los gafapastas están trasnochadísimos al lado de mi madre, cuyas lentes son de
pasta, pero redonditas, pero color caramelo… lo más de lo más vaya.
Cuando las vi
le dije
-Joe madre,
estas hecha toda una moderna.
Respuesta:
-Esa boca,
niña. Ni joé ni joá. Y claro que estoy hecha una moderna, que yo soy súper
hipster, qué te crees. Estas gafas son lo último, pero como tú eres una rancia
no te las pondrías hasta que ya fuesen la peste y las llevara todo el mundo.
Sigo
recuperándome del mazazo.
8.
Mi mamá
tiene una genética envidiable.
Aunque no
tenga nada que ver con el resto de atributos maternos iba a reventar si no lo decía.
Tiene una genética envidiable (herencia de su madre) que le hace tener muy
pocas arrugas.
Esta tersa
tez hace que la gente le eche muchos menos años de los que tiene en realidad
(hablamos de echar a la baja entre 7 y 10 años menos). Claro, cuando se lo
dicen se parte la caja; menudas carcajadas suelta. Ahora bien, la sonrisa de
oreja a oreja que se le queda para el resto del día no se la quita nadie.
Normal.
Espero seguir la saga anti arrugas, aunque
últimamente me estoy notando un poco de pata de gallo en los ojos. Mal.
Por estos y
mor millones de millones de motivos más: Mi mamá mola.
…Y ya con
esto quedo liberada de toda culpa ¡Toma! Ya puedo seguir metiéndome con ella.