3 de febrero de 2014

QUE ME DUELAN SUS DOLORES, MULTIPLICADOS POR NUEVE


Esta semana he tenido un sustito que me ha subido los ovarios a la garganta, así de crudo. Y es que pensaba que había quedado al descubierto con la peor persona con la que podría quedar al descubierto: mi drama mamá.

 

Mi madrecita del alma querida es una muy buena madre, que a veces tiene sus momentos dramáticos sobreprotectores maternos, pero en general es una madre que mola un montón.

 



Tengo que admitir que en este blog no he hecho mucha justicia con ella, porque siempre que ha sido protagonista la he puesto en plan madre histérica, y en realidad tampoco es así del todo. Bueno, la vez que me hice el corte en el pie fue así tal cual como os lo conté, sin media coma menos. Fue exactamente así.

 

¿Y por qué estoy reculando de esta manera tan cutre y tan ridícula? Preguntaréis. Pues simple y llanamente, porque el jueves pensé que mi madrecita había dado con este blog y que me había leído; evidentemente, mi primer pensamiento fue “¡Mierda! ¡Tierra, trágame!”. Luego no me quedó del todo claro si había llegado a descubrir el blog o no, pero por lo que pueda pasar yo me voy retractando desde ya de mis palabras. Que amo la vida.

 

Los acontecimientos se sucedieron más o menos así:

 

Habíamos salido de compras juntas porque mi madre, que es también personal shopper a la caza de chollos súper monos para sus hijas, había visto en una tiendita un vestido precioso para mí. Estaba rebajado y era el último que quedaba. Mini punto para mi mamá.

 

Evidentemente, yo estaba contenta y desprevenida. Y es cuando me suelta de golpe y porrazo:
 

-Oye, con todo lo que llueve en esta ciudad, ¿por qué no le compramos un chubasquero a Leia? He visto que hay un montón de gente que lleva a los perros con chubasqueros de esos. Pero uno bonito, en rojo, que seguro que está guapísima.
 
 

-¿Y… cómo se te ha ocurrido lo del chubasquero, madre?- mientras tanto en la cabeza resonaba una vocecita que decía una y otra vez “ha leído tu blog, sabe que eres la Bailarina, huye si quieres vivir, ¡Insensata! Como se entere de todo lo que has dicho de ella te cruje, te mata y te descuartiza”.

-Pues no sé, de tanto llover, supongo. ¿Qué te pasa? Estás como blanca… ¿Te encuentras bien?

-Sí, sí, fenomenal.

 

  Y ahí quedó el tema. Pero que mi madre sacara a relucir lo del chubasquero una semana después del post del chubasquero de Leia me pareció sospechoso. Con lo cual, hoy me bajo los pantalones y os voy a decir lo mucho que mola mi mamá:

 

1.   Mi mamá me mima (como todas).
 
Y no voy a entrar en lacrimógenas descripciones de lo que me quiere y me educa y me cura las heridas y me apoya y bla, bla, bla. Es madre, es obvio que es así.


2.   Mi mamá busca y compra una ropa monísima para sus hijas (ya lo habéis leído).

  

3.   Mi mamá es graciosa.

¿Y por qué es graciosa? Pues porque una ex hippie que se iba de vacaciones con su novio y después marido (mi padre) en una mítica furgoneta VW que se caía a pedazos no es una madre al uso. Eso imprime carácter.

 
 
Tiene sus partes malas, como la de no querer una hija ñoña vestida de princesa en carnaval, porque es sexista. Pero tiene sus cosas buenas.

Para empezar, le encanta la fiesta. Una juventud a base de noches sin dormir y pulmonías post carnavales lo demuestran (y lo que no sabremos). Eso, a pesar de los años, se le nota.

Ahora no se va a ir contigo a una discoteca hasta las tantas (dice que para hacer el ridículo ya están los borrachos que hacen el payaso en los bares, que ella no está por la labor), pero si le montas una fiestecita clandestina petit comitè en casa con música y copas… lo peta.

 

4.   Mi mamá no sabe qué le gusta beber (y bebe de todo)

 

Esto es un poco controvertido pero es así. Tú le dices:

-Bueno, la hora de los copazos. Madre, ¿qué quieres beber?

Y ella, haciéndose la fina:

-¿Una copa yo? No, no, déjate de copas. Yo no quiero nada.

Pero claro, luego llega el momento en el que estamos todos de sobremesa y ella “tiene sed”. Y empieza con el cuestionario-curioso:

-¿Y tú qué bebes?

-¿Yo? Vodka-Cola –Mi hermana-. ¿Quieres probar un poco?

-Bueno… un traguito, va.

Glu, glu. Traguito.
 
 

-¿Y tú, hija mía?

-¿Yo? Lo mismo pero con limón, ¿Quieres probar?

-Bueno, a ver a qué sabe…

Glu, glu, glu.

-No está mal, pero me gusta más el de tu hermana

-¿Te pongo una copa igual que la suya?

-No hombre, una entera yo no bebo.

-Bueno, vale.

Y entonces va donde sus sobrinos (mis primos de Zumosol):

-¿Y vosotros qué bebéis?

- Ron-Cola, tata, lo que hay que beber. ¿Quieres un poco?

-Bueno… un poquito para probar.

Glu, glu, glu, glu.

 

Después de beberse a medias con mi hermana el vodka, con mis primos el ron y con mi tío la ginebra le digo ya:

 

-Oye, te pongo una copa de lo que tú quieras, pero deja de beber de todo que vas a salir de aquí a cuatro patas, que estás venga a mezclar venga a mezclar.

-Uy, qué cosas me dices hija, que soy tu madre ¿eh? A cuatro patas… ¡Que te he dicho que no me bebo una copa entera!

-Bueno, pues a medias con alguien. A ver, qué te ha gustado más de todas las que has probado.

-El cubata.

-El cubata. Ale, pues pongo una y te la bebes a medias con tu sobrinito querido ¿Vale?

-Vale, pero infantil ¿eh? Con poquito ron.

-Poquito ron, hecho.

 

Total, que mi madre no sabe distinguir una copa infantil con tres gotas de ron de una copa con ron para matar a un pirata. Pero una vez entrada en faena ella bebe. Y si es con sus sobrinitos predilectos, mejor que mejor.

Ahora bebe cubatas a medias con mis primos y se siente la más cool del lugar.

 

5.   A mi mamá le gusta el champagne

 


Y le gusta un montón. Además, he comprobado que si le vas rellenando la copa ella se la va bebiendo y es capaz de tomarse media botella de Moët sin sentirlo apenas (hasta que se levanta de la mesa). Y entonces volvemos al punto 3. Mi mamá es graciosa.
 
Ah, y dato importante: en mi casa de bebe el champagne con sacarina. ¿Por qué? me preguntaréis. Pues muy fácil: porque le quita el gas. Sin la sacarina las burbujas se te suben a la nariz y pica. Champagne con sacarina es bien.
 
Que las amigas de tu madre crean que se toma algún tipo de droga de diseño con el champagne es mal, así que si lo vais a probar explicad que es sacarina, no droga. Droga es mal.

 

6.   Mi mamá es fan de Miguel Bosé

 

…e ir con ella a uno de sus conciertos es la bomba. Miguel, vuelve a hacer una gira porque esos momentos son irrepetibles.
 

 
Hasta ahora he ido con ella a dos conciertos. En el primero, yo gritaba a Miguel más que ella para que se desmelenara y le gritara piropos. En el segundo ya se había aprendido la lección y lo dimos todo.

Ver a tu madre con los brazos en alto gritando a miguel bosé “¡¡Tío buenoooooooooooo!!” no tiene precio. Bueno, verla así gritando y también haciendo amigas con las fans de alrededor del recinto. La bomba.

 

7.   Mi mamá es hipster

 

Dicho por ella misma, ojo ahí. A ver cuántas madres conocéis que hayan dicho eso. El caso es que se compró unas gafas para su presbicia, porque la pobre ve menos que un pato de goma, y la verdad es que son las gafas más modernas que he visto jamás. Los gafapastas están trasnochadísimos al lado de mi madre, cuyas lentes son de pasta, pero redonditas, pero color caramelo… lo más de lo más vaya.

 


Cuando las vi le dije

-Joe madre, estas hecha toda una moderna.

Respuesta:

-Esa boca, niña. Ni joé ni joá. Y claro que estoy hecha una moderna, que yo soy súper hipster, qué te crees. Estas gafas son lo último, pero como tú eres una rancia no te las pondrías hasta que ya fuesen la peste y las llevara todo el mundo.

 

Sigo recuperándome del mazazo.

 

8.   Mi mamá tiene una genética envidiable.

 

Aunque no tenga nada que ver con el resto de atributos maternos iba a reventar si no lo decía. Tiene una genética envidiable (herencia de su madre) que le hace tener muy pocas arrugas.

 

Esta tersa tez hace que la gente le eche muchos menos años de los que tiene en realidad (hablamos de echar a la baja entre 7 y 10 años menos). Claro, cuando se lo dicen se parte la caja; menudas carcajadas suelta. Ahora bien, la sonrisa de oreja a oreja que se le queda para el resto del día no se la quita nadie. Normal.

 Espero seguir la saga anti arrugas, aunque últimamente me estoy notando un poco de pata de gallo en los ojos. Mal.
 


 

Por estos y mor millones de millones de motivos más: Mi mamá mola.

 

 

…Y ya con esto quedo liberada de toda culpa ¡Toma! Ya puedo seguir metiéndome con ella.