28 de julio de 2014

THE BURNING HEART JUST ABOUT TO BURST

Este va a ser un post que debería estar promocionado por el mismísimo Ministerio de Sanidad pero como resulta que soy pura bondad yo os doy este consejo así por amor al arte:


DAOS CREMA SOLAR


Y mirad que soy lagarta tanoréxica con ansias de tornar a raza mulata, pero amigos, así a lo loco y sin cremas para no achicharraros como unas gambitas a la plancha pues no puede ser.





Que diréis vosotros ahora “Ay Bailarina, madre mía qué sabias palabras, se ve que has madurado y ya tienes cabeza como para no ponerte al sol ahí a pelo sin una crema ni nada”.



Pues sí y no.



Que me doy crema: sí. Pero que mi fin en el verano es acabar azul, pues también, no lo voy a negar. Soy una yonki. Lo que pasa es que esto tampoco puede ser ponerse a lo loco bajo un sol que cae como el fuego de un dragón a las 12 del mediodía, porque yo soy una mujer que quiero estar morena, pero también amo la vida y no quiero convertirme en cenizas tan pronto.




Mi mensaje al mundo viene más bien motivado por el hecho de que he sufrido un dolor de dimensiones inconcebibles para la mente humana. Un dolor infernal, un dolor horroroso, un dolor de llorar y de patalear y de cabrearme como una mona.


Estas vacaciones me he quemado.


Sí, amigos, me he chamuscado. Ahora me diréis “mira tú esta tipa vendiéndonos la moto de que sí que se da crema y de que tengamos cuidado y no sé qué y va ella y se quema. ¡Anda ya, vendemotos que eres una vendemotos!”. Pues no señores y señoras, no tenéis ni idea de lo que ha pasado aquí.



Resulta que este año me he ido a tomar el sol sin una base previa, es decir, blanca como la nieve, y creedme cuando os digo que me he ido a la playa con el capazo a rebosar de cremas de todos los tipos y formas: que si 6 por si a última hora me vengo arriba, que si 15 para ponerme a las 5 de la tarde como muy temprano, la 30 para cuerpo, la 30 para cara, y el stick de 50+ para lunares y cicatrices varias.



Mi madre estaba muy orgullosa de mi neceser (que le saqué foto y se la mandé por whatsapp para que se estuviera tranquila y me dejara de marear. Obviamente el bote de SPF 6 era solo un tapón al fondo, que me ve mi madre con una crema protección 6 y me echa un broncote vía whatsapp que me deja temblando).





Total, que me fui con el súper capazo a la playa en mi día 1 de las vacaciones y lo primero que hice: click, parte arriba del bikini ¡fuera! Sí señor, porque yo cuando me voy de vacaciones me vuelvo una hippie liberadora de pechos y me siento más de vacaciones y más feliz.



Una vez hecho esto, siguiente paso: CREMA. Qué os creíais, que ya os he dicho que hay que darse crema. Me unté toda yo en crema.


Paso tres: disfrutar del día de playa, baño, sol, crema, sol, baño, sol, crema… y así hasta el final de la jornada uno de vacaciones. Un día de ensueño, fantástico, maravilloso.



El horror vino al llegar al hotel y salir de la ducha. Resulta que en mi halo de “oh qué feliz soy, estoy de vacaciones por fin y encima libre de sujetadores opresores” –que me vuelvo muy hippie, ya os digo- me había dejado una lengua en mi cuerpo en la que no me había puesto crema. Estaba quemada. Lo peor, es que la zona cero, la lengua roja, era mi teta izquierda.


¡¡¡¡¡Qué puto dolor infernal!!!!!  ¡¡Joder!!


Ni 10 capas de aloe vera ni ninguna crema del mundo fue capaz de parar la hecatombe. Me ha jorobado las vacaciones EN-TE-RI-TAS.



Para empezar, yo que era solo una hippie libre de sujetadores en la playa (y solo, única y exclusivamente en la playa), me tuve que volver hippie a tiempo completo porque era INVIABLE ponerme un sujetador, un bikini o cualquier otra cosa. Con lo cual, he estado en plan comando para salir a cenar, para dar un paseo por los pueblos costeros, para desayunar… para todo.


Para seguir, he tenido que pasarme las vacaciones mirando al sol como si fuese estrábica de tetas. La teta derecha miraba al sol directamente pero la izquierda la tenía que poner más bien así de medio lado para que no le diera mucho más achicharre.




Como si todo esto no fuese bastante, he tenido que estar UNA SEMANA ENTERA en la playa haciendo topless por el dolor pero con un pecho cubierto de crema blanca protección 50+, que mi Querido Novio rebautizó así en plan graciosito como “la tetilla de escayola”.

Consecuencia: ahora tengo una teta aria digna de una alemana y otra de mulata.

Evidentemente, la gente te mira a las tetas si tienes una teta de escayola. Lo de ser hippie, evidentemente, ya ha perdido toda su gracia.



Y por último, como si todo esto no fuese lo suficientemente humillante, ahora soy como esas chonis operadas que les ponen nombres a sus peras, solo que yo solo tengo nombre para una. Eso sí, tiene multitud de nombres:




Tetilla de escayola
Tetilla chamuscada
Chamusteti
Teti chunga
Teti pochi


Todas ellas, of course, con copyright Querido Novio. Cuando te pase algo turbio te la devuelvo.



Y mientras tanto yo, Bailarina Sufridora, he visto evolucionar a la susodicha de  Rojo,
a Rojo Intenso, a Rojo que arde, a AMPOLLAS en la teta, a teta que se pela, a Piel a tiras que se cae como si fuese una lagarta de V.



Moraleja:

DAOS CREMA SOLAR, sí, pero POR TODO EL CUERPO