Este va a ser un
post que debería estar promocionado por el mismísimo Ministerio de Sanidad pero
como resulta que soy pura bondad yo os doy este consejo así por amor al arte:
DAOS
CREMA SOLAR
Y mirad que soy
lagarta tanoréxica con ansias de tornar a raza mulata, pero amigos, así a lo
loco y sin cremas para no achicharraros como unas gambitas a la plancha pues no
puede ser.
Que diréis vosotros
ahora “Ay Bailarina, madre mía qué sabias palabras, se ve que has madurado y ya
tienes cabeza como para no ponerte al sol ahí a pelo sin una crema ni nada”.
Pues sí y no.
Que me doy crema:
sí. Pero que mi fin en el verano es acabar azul, pues también, no lo voy a
negar. Soy una yonki. Lo que pasa es que esto tampoco puede ser ponerse a lo
loco bajo un sol que cae como el fuego de un dragón a las 12 del mediodía, porque
yo soy una mujer que quiero estar morena, pero también amo la vida y no quiero
convertirme en cenizas tan pronto.
Mi mensaje al mundo
viene más bien motivado por el hecho de que he sufrido un dolor de dimensiones
inconcebibles para la mente humana. Un dolor infernal, un dolor horroroso, un
dolor de llorar y de patalear y de cabrearme como una mona.
Estas vacaciones me
he quemado.
Sí, amigos, me he
chamuscado. Ahora me diréis “mira tú esta tipa vendiéndonos la moto de que sí
que se da crema y de que tengamos cuidado y no sé qué y va ella y se quema. ¡Anda
ya, vendemotos que eres una vendemotos!”. Pues no señores y señoras, no tenéis
ni idea de lo que ha pasado aquí.
Resulta que este año
me he ido a tomar el sol sin una base previa, es decir, blanca como la nieve, y
creedme cuando os digo que me he ido a la playa con el capazo a rebosar de
cremas de todos los tipos y formas: que si 6 por si a última hora me vengo
arriba, que si 15 para ponerme a las 5 de la tarde como muy temprano, la 30
para cuerpo, la 30 para cara, y el stick de 50+ para lunares y cicatrices
varias.
Mi madre estaba muy
orgullosa de mi neceser (que le saqué foto y se la mandé por whatsapp para que
se estuviera tranquila y me dejara de marear. Obviamente el bote de SPF 6 era
solo un tapón al fondo, que me ve mi madre con una crema protección 6 y me echa
un broncote vía whatsapp que me deja temblando).
Total, que me fui
con el súper capazo a la playa en mi día 1 de las vacaciones y lo primero que
hice: click, parte arriba del bikini ¡fuera! Sí señor, porque yo cuando me voy
de vacaciones me vuelvo una hippie liberadora de pechos y me siento más de
vacaciones y más feliz.
Una vez hecho esto,
siguiente paso: CREMA. Qué os creíais, que ya os he dicho que hay que darse
crema. Me unté toda yo en crema.
Paso tres: disfrutar
del día de playa, baño, sol, crema, sol, baño, sol, crema… y así hasta el final
de la jornada uno de vacaciones. Un día de ensueño, fantástico, maravilloso.
El horror vino al
llegar al hotel y salir de la ducha. Resulta que en mi halo de “oh qué feliz
soy, estoy de vacaciones por fin y encima libre de sujetadores opresores” –que me
vuelvo muy hippie, ya os digo- me había dejado una lengua en mi cuerpo en la
que no me había puesto crema. Estaba quemada. Lo peor, es que la zona cero, la
lengua roja, era mi teta izquierda.
¡¡¡¡¡Qué puto dolor
infernal!!!!! ¡¡Joder!!
Ni 10 capas de aloe
vera ni ninguna crema del mundo fue capaz de parar la hecatombe. Me ha jorobado
las vacaciones EN-TE-RI-TAS.
Para empezar, yo que
era solo una hippie libre de sujetadores en la playa (y solo, única y
exclusivamente en la playa), me tuve que volver hippie a tiempo completo porque
era INVIABLE ponerme un sujetador, un bikini o cualquier otra cosa. Con lo
cual, he estado en plan comando para salir a cenar, para dar un paseo por los pueblos
costeros, para desayunar… para todo.
Para seguir, he
tenido que pasarme las vacaciones mirando al sol como si fuese estrábica de
tetas. La teta derecha miraba al sol directamente pero la izquierda la tenía
que poner más bien así de medio lado para que no le diera mucho más achicharre.
Como si todo esto no
fuese bastante, he tenido que estar UNA SEMANA ENTERA en la playa haciendo
topless por el dolor pero con un pecho cubierto de crema blanca protección 50+,
que mi Querido Novio rebautizó así en plan graciosito como “la tetilla de
escayola”.
Consecuencia: ahora tengo una teta aria digna de una alemana y otra de mulata.
Evidentemente, la
gente te mira a las tetas si tienes una teta de escayola. Lo de ser hippie,
evidentemente, ya ha perdido toda su gracia.
Y por último, como
si todo esto no fuese lo suficientemente humillante, ahora soy como esas chonis
operadas que les ponen nombres a sus peras, solo que yo solo tengo nombre para
una. Eso sí, tiene multitud de nombres:
Tetilla de escayola
Tetilla chamuscada
Chamusteti
Teti chunga
Teti pochi
…
Todas ellas, of
course, con copyright Querido Novio. Cuando te pase algo turbio te la devuelvo.
Y mientras tanto yo,
Bailarina Sufridora, he visto evolucionar a la susodicha de Rojo,
a Rojo Intenso, a Rojo que arde, a AMPOLLAS en la teta, a teta que se pela, a Piel a tiras que se cae como si fuese una lagarta de V.
a Rojo Intenso, a Rojo que arde, a AMPOLLAS en la teta, a teta que se pela, a Piel a tiras que se cae como si fuese una lagarta de V.
Moraleja:
DAOS
CREMA SOLAR, sí, pero POR TODO
EL CUERPO