1 de julio de 2013

GROUPIES, EN MEDIO DEL CAMINO, HACEN LO QUE SEA POR ENTRAR AL CAMERINO


 Si hay algo divertido en la vida eso es hacer de fan sin tener vergüenza ninguna de tus actos. Pero ojo: nada de ponerse a gritar como una histérica mientras lloras y lloras y parece que te vaya a dar un algo. No, no,  eso no. Yo digo hacer de fan de hacer el indio y gritar, y saludar, y pasarlo bien. Siempre hacer de fan pasándolo bien, si no, nada.
 

En mi caso, soy una fan acérrima de los Hombres G. Y tú dirás, ¿los Hombres G? un poco pasaditos ¿no? Y yo te diré, eh, tía, cuidadito con mis Hombres G, que son los mejores. Y tú  seguirás con cara de incredulidad y me dirás ¿Pero no es coña?

Y no, no es ni un poquito de coña, que quede claro, transparente, cristalino. Me encantan los Hombres G, los adoro con toda mi alma, y eso que el fenómeno fan del grupo me pilló muy tarde. El boom de las chicas lanzando sujetadores a los Hombres G al son de “suéltate el pelo” a mí me pilló apresada en el carrito de bebé en el que me metían mis padres.

Si es que adoro la época de La Movida; yo tenía que haber nacido antes, lo digo siempre. Claro que entonces no habría podido tener un blog en el que escribir tonterías.

Total, que soy fan-fan de los Hombres G (Poner solo “soy fan” se queda corto. Yo soy “fan-fan”, mínimo). Soy Tan fan-fan que lo doy todo en los conciertos  y los pobres hombres me miran en plan “¿Esta chica cómo puede conocer esta canción si tiene 25 años?”, porque sí, se me ve. Y me ven, y tú ahora crees que no me ven ni de broma pero ya verás cómo sí me ven, sigue leyendo.
 
 

Uno de los primeros conciertos de los Hombres G al que conseguí ir con amigas fue en esa gira conjunta que hicieron con los de El Canto del Loco. Ellas iban a ver a los segundos, yo era de las pocas del recinto que se volvía loca cuando salían los primeros al escenario. Casi en la recta final David Summers me miró,  A MÍ, ¡Me miró! Casi me da un infarto, ¡Mi ídolo me había mirado! Y cuando se lo dije a mis amigas… casi se desorinan ahí mismo de la risa que les dio, qué perras.

-¿Pero cómo te va a estar mirando a ti, con toda la gente que hay aquí dentro? Vaya ideas.-se pensaba que era fan-histérica, pero yo soy fan-fan.

Y yo- Que sí que sí, que te juro que me ha mirado. Y ha sonreído y todo.

-Anda que se te va la olla a ti, calla que vuelven ECDL.

Y yo refunfuñaba pero me tenía que callar, y esperar a que volvieran a salir los Hombres G. Y así hasta que llegó el apabullante final del concierto.

Situación: Hombres G y El Canto del Loco en el escenario, cantando “Devuélveme a mi Chica” todos juntos. El recinto se caía, todas gritando como locas.

Inciso: ¿Por qué la última canción de un concierto conjunto es de los Hombres G y no de El Canto del loco? ¿Eh? ¿Eh? Ahí lo dejo.

Y volviendo a ese momento, David Summers me miró, OTRA VEZ. Y ellas lo vieron, y ya no estaba loca. Ya era fan-fan.

-¡Oye tía! Que sí que te ha mirado ¡Qué fuerte! ¡Te ha mirado! ¡Tenías razón!

Inciso: Normalmente no somos tan gilipollas al hablar, pero estábamos en momento histérico de concierto. Entiéndase la frase dentro de ese contexto, gracias.



Felicidad completa. Concierto 10 y mi ídolo sabía que existía en medio de la masa. ¿Se podía pedir más? PUES SÍ. Porque de fiesta por bares de dudosa reputación nos llamaron para darnos el chivatazo: Los de el Canto del Loco estaban en una disco a 10 minutos de donde estábamos.

-¿Y los Hombres G?- pregunté yo con un hilito de voz.

-Sí, aquí hay unos señores también con pinta de ser esos que te gustan a ti.

Puta gente ignorante. ¡UNOS SEÑORES! Qué poca vergüenza. No me puse en plan fan-fan porque ya que nos habían dado el chivatazo no iba a montar el numerito, pero era como para sacarles los ojos en cuanto tuviera oportunidad.

Sin embargo, prioricé tareas: ¿Sacar ojos u Hombres G? HOMBRES G. Y allá que nos fuimos, corriendo. Y digo bien corriendo, porque literalmente corrimos por la calle a su encuentro. Que luego se estuvieron horas en la discoteca en cuestión, pero una fan-fan tiene que hacer lo que tiene que hacer, y eso es correr. Y estaban, y los vimos, y nos vieron, y felicidad inmensa.

Como iba en plan fan-fan y no fan histérica, lo que hice fue ponerme al lado de donde estaban, mirando a mis ídolos desde un discreto segundo plano, pero haciéndome la indiferente con la situación. En plan “Sí, que están aquí a mi lado los Hombres G, no pasa nada, esto me pasa a diario”. Hasta que vino ÉL, y me sonrió, y se acercó a mí, y ya esto de hacerme la dura se fue a la mierda.

La conversación con mi ídolo David Summers, que se acercó él a mí, insisto, fue la siguiente:

-Hola, ¿Qué tal?

-Bien, bien, gracias. ¿Y tú?

-Bien también. Me llamo David, ¿Cuál es tu nombre?

-Hombre, ya sé quién eres.-Ahí haciéndome la dura- Yo soy Bailarina. (A ver si os creéis que os voy a decir mi nombre de verdad, ¡Listos!)

-Ah, encantado.-y me plantó dos besos, ¡DOS BESOS! Iba a explotar de emoción- Ya te he visto en el concierto ¡Cómo has cantado!

Y zas, se me cayó la mandíbula hasta el suelo. Me había visto, se acordaba de mí, Dios mío era la persona más feliz sobre la faz de la tierra. Sólo pude decirle como una lerda total: Ah, pensaba que no me habrías visto ni de casualidad.

-Pues sí, te he visto sí. Bueno ya nos vemos por aquí. ¡Hasta luego!

Y se fue, y allí me quedé yo anclada, mirando al infinito, con la mandíbula aun en el suelo y la copa que me iba a beber de trago acto seguido en una mano. Flipada. Feliz. No pude reaccionar hasta que no vino una amiga a sacudirme en plan fan-histérica de pacotilla “Que te ha hablado, tía, lo he visto todo, qué fuerte, te ha hablado”.
 
 

El momento más feliz de mi vida. Tal cual.

Desde entonces soy súper fan-fan. Tengo unas pobres amigas mártires que la verdad es que solo por la murga que les doy pues ya les gustan los Hombres G también, y me piden Hombres G en los bares y me dicen “¡Es para ti!”, y me acompañan a conciertos a dos horas de distancia de donde vivimos, y para que no parezca la colgada del concierto estudian las canciones antes para así parecer más un grupo de fan-fans en vez de una loca de atar que arrastra a sus pobres amigas a un concierto.

El pasado verano me acompañaron a un concierto a medianoche en una ciudad a hora y media de la nuestra y nos volvimos cuando acabó. Nos fuimos en el coche oyendo Hombres G, y nos volvimos a las 3 de la mañana oyendo Hombres G de vuelta a casa. Hicimos cola pacientemente antes de que abrieran el paso al escenario, y cuando lo abrieron eché a correr hacia el escenario…y ellas no, ¡ELLAS NO!

-¿Pero qué haces? Si estamos de las primeras, vamos a estar adelante, seguro.-Ponían cara de “¿Pero ésta qué hace? Yo no corro ni muerta”.

-¡Pero igual en la fila 1 no!- iba a entrar en brote.

-Pero mujer, si no es la uno será la dos a lo sumísimo.

Y ahí es cuando solté mi frase legendaria que aun recuerdan palabra por palabra y me la sueltan en cuanto tienen a bien para recochinearse de mi persona:

-A VER, NO HEMOS VENIDO HASTA AQUÍ PARA HACERNOS LAS FINAS AHORA, ASÍ QUE ¡CORRED!

 
Y alucinad en colorines, flipad como Dumbo en su pesadilla de elefantes de colores, pero aquí mis amigas corrieron, CORRIERON. Pusieron cara de estar en shock con mi brote, pero corrieron sin rechistar. Tampoco fue aquello un sprint a lo loco, pero corrieron conmigo, y estuvimos en fila 1, en medio del escenario, ahí. Y los hombres G nos vieron, y nos miraron, y nos sonrieron, y David Summers me escribió por Twitter al día siguiente.
 

Unas benditas. GRACIAS.