En
alguna otra ocasión os he contado que no puede decirse de mí que sea toda una
experta tecnológica. Yo utilizo todo tipo de ordenadores, tablets, y demás,
pero en cuanto alguna cosa de estas se me escacharra entre mis manos:
-Padreeeeee, que esto no va.
-Padreeeeee,
que no va el wifi.
-Padreeeeee,
que esto se ha roto.
-Padreeeeee,
que me dice el ordenador que no se qué del antivirus. Eso, ¿qué?
-¡¡Voy
a coger esta mierda de tablet que no va y la voy a lanzar por la ventana!!
¡¡Mierda ya!!
Y
así se han ido solucionando todos los problemas de las cosas con enchufe de mi
vida. Yo uso los cacharros, parece que controlo de temas tecnológicos, pero
cuando algo deja de funcionar corro donde papaíto. Y ahora, el “padreeeee” lo he
sustituido por “oye cariño que es que…” y todo fenomenal.
Hasta
el miércoles. Porque el pasado miércoles mi Querido Novio me la jugó.
Resulta
que el martes se nos escacharró el wifi de casa. Yo estaba ya en posición de
lanzamiento de iPad por la ventana cuando mi Querido Novio ya adoptó el rol de técnico
manitas y se tiró a mirar el router y ver qué leches pasaba.
-No
hay wifi.-Me dijo, muy observador el chico.-Mira aquí este router, tiene esta
luz roja, por eso no va.
“este
router” es porque, por alguna razón que yo no comprendo, tenemos tres cacharros
iguales que sacan luces de colores y que son todos routers para mí. Y yo:
-Aahhm.
¿y Qué hacemos?
-Nada,
he llamado a Telefónica para que lo arreglen desde allí pero no se puede. Viene
un técnico mañana por la tarde. Tú no trabajas, yo estoy en la oficina. Le abres
y le explicas lo que pasa.
Cara
de susto máximo:
-¿Cómo,
cómo, cómo? ¿Hablar YO con el técnico? ¿Y qué le tengo que decir exactamente?
¿Qué es lo que pasa?
-Bailarina,
calma. Ya les he explicado por teléfono lo que pasaba. Tú le enseñas al técnico
el router, le dices que tiene esa luz roja y que no va el wifi, y ya está.
-Vale.
Router, luz roja, no wifi, vale. Vale, yo se lo digo.
Y
al día siguiente, al señor de la Telefónica que vino a casa a arreglarme el
wifi yo se lo dije todo. Palabra por palabra.
-Bueno,
qué tenemos aquí.
-Verá,
es que anoche no nos funcionaba el wifi de casa no sabemos por qué, y llamamos
a tención al cliente y no sabían nada. El router es este de aquí -le abro el “armarito”
de los tres routers- que no funciona. Tiene esta luz roja y no sabemos por qué.
Y
el técnico me mira, mira el armario de los routers, me mira, mira otra vez el
router de la luz roja, y ya me pone cara de “tía eres lerda integral” y me
suelta, sin anestesia ni nada:
-Es
que eso no es ningún router, eso es Imagenio…
Tierra
trágame.
-Y
si tiene esa luz roja tampoco es porque le pase nada…
Empiezo
a notar calores que me suben a la cara, me estoy poniendo como un tomatito
-Es
que habéis apagado el lmagenio con el mando, y como está apagado, está la luz
roja.
Servidora
de todos los colores.
-Rojo
significa apagado.
Y
¡¡BANG!! Me doy cuenta:
Mi
novio me ha vendido al técnico de la Telefónica y me he convertido en mi madre.
Lo
mato.
Y
el técnico, viendo su superioridad intelectual con la lerda tecnológica ya se
viene arriba y me suelta:
-Lo
que no os funciona ahora es Imagenio, pero si coges el mando y le das a “encender”,
funcionará normalmente.
(¡Qué me dices! ¿En serio?)
Total,
que resulta que el señorito ingeniero organizado había hecho una torre de
routers uno sobre otro, de manera que ninguno respiraba y se habían
sobrecalentado.
El
técnico deshizo la torreta, reseteó el bicho del wifi (el de Imagenio no, el de
Internet) y Santas Pascuas. Wifi on.
Querido
Novio de mis amores: te juro que este estrepitoso ridículo no va a pasar en
balde por nuestras vidas. Sobre todo por la tuya.
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