20 de octubre de 2014

I LOVE MY COMPUTER FOR ALL YOU GIVE TO ME

En alguna otra ocasión os he contado que no puede decirse de mí que sea toda una experta tecnológica. Yo utilizo todo tipo de ordenadores, tablets, y demás, pero en cuanto alguna cosa de estas se me escacharra entre mis manos:



-Padreeeeee, que esto no va.

-Padreeeeee, que no va el wifi.

-Padreeeeee, que esto se ha roto.

-Padreeeeee, que me dice el ordenador que no se qué del antivirus. Eso, ¿qué?

-¡¡Voy a coger esta mierda de tablet que no va y la voy a lanzar por la ventana!! ¡¡Mierda ya!!




Y así se han ido solucionando todos los problemas de las cosas con enchufe de mi vida. Yo uso los cacharros, parece que controlo de temas tecnológicos, pero cuando algo deja de funcionar corro donde papaíto. Y ahora, el “padreeeee” lo he sustituido por “oye cariño que es que…” y todo fenomenal.


Hasta el miércoles. Porque el pasado miércoles mi Querido Novio me la jugó.


Resulta que el martes se nos escacharró el wifi de casa. Yo estaba ya en posición de lanzamiento de iPad por la ventana cuando mi Querido Novio ya adoptó el rol de técnico manitas y se tiró a mirar el router y ver qué leches pasaba.


-No hay wifi.-Me dijo, muy observador el chico.-Mira aquí este router, tiene esta luz roja, por eso no va.

“este router” es porque, por alguna razón que yo no comprendo, tenemos tres cacharros iguales que sacan luces de colores y que son todos routers para mí. Y yo:

-Aahhm. ¿y Qué hacemos?




-Nada, he llamado a Telefónica para que lo arreglen desde allí pero no se puede. Viene un técnico mañana por la tarde. Tú no trabajas, yo estoy en la oficina. Le abres y le explicas lo que pasa.

Cara de susto máximo:

-¿Cómo, cómo, cómo? ¿Hablar YO con el técnico? ¿Y qué le tengo que decir exactamente? ¿Qué es lo que pasa?

-Bailarina, calma. Ya les he explicado por teléfono lo que pasaba. Tú le enseñas al técnico el router, le dices que tiene esa luz roja y que no va el wifi, y ya está.

-Vale. Router, luz roja, no wifi, vale. Vale, yo se lo digo.


Y al día siguiente, al señor de la Telefónica que vino a casa a arreglarme el wifi yo se lo dije todo. Palabra por palabra.


-Bueno, qué tenemos aquí.

-Verá, es que anoche no nos funcionaba el wifi de casa no sabemos por qué, y llamamos a tención al cliente y no sabían nada. El router es este de aquí -le abro el “armarito” de los tres routers- que no funciona. Tiene esta luz roja y no sabemos por qué.





Y el técnico me mira, mira el armario de los routers, me mira, mira otra vez el router de la luz roja, y ya me pone cara de “tía eres lerda integral” y me suelta, sin anestesia ni nada:


-Es que eso no es ningún router, eso es Imagenio…


Tierra trágame.


-Y si tiene esa luz roja tampoco es porque le pase nada…


Empiezo a notar calores que me suben a la cara, me estoy poniendo como un tomatito


-Es que habéis apagado el lmagenio con el mando, y como está apagado, está la luz roja.


Servidora de todos los colores.


-Rojo significa apagado.


Y ¡¡BANG!! Me doy cuenta:


Mi novio me ha vendido al técnico de la Telefónica y me he convertido en mi madre.


Lo mato.


Y el técnico, viendo su superioridad intelectual con la lerda tecnológica ya se viene arriba y me suelta:


-Lo que no os funciona ahora es Imagenio, pero si coges el mando y le das a “encender”, funcionará normalmente.


(¡Qué me dices! ¿En serio?)




Total, que resulta que el señorito ingeniero organizado había hecho una torre de routers uno sobre otro, de manera que ninguno respiraba y se habían sobrecalentado.


El técnico deshizo la torreta, reseteó el bicho del wifi (el de Imagenio no, el de Internet) y Santas Pascuas. Wifi on.



Querido Novio de mis amores: te juro que este estrepitoso ridículo no va a pasar en balde por nuestras vidas. Sobre todo por la tuya.

13 de octubre de 2014

BABY YOU CAN DRIVE MY CAR

Saludos, terrícolas. Os escribo desde mi nuevo medio de transporte particular y solitario. Sobre todo SOLITARIO.

Y es que, ay amigos, qué segundo plano toma la preservación del entorno y la ecología cuando a uno le toca ir en autobús toda una semana a razón de dos viajes de hora y media cada uno. El viernes estaba ya en modo “no sin mi coche” total, y que le den a la ecología.



Porque compartir espacio vital es muy duro, máxime cuando lo estás compartiendo a las 7 de la mañana y no estás de humor de aguantar la amigable charleta de la señora que está a tu lado. Tú estás amablemente sonriendo y diciéndole, “sí sí”, mientras haces el gesto de me-pongo-los-auriculares-esto-es,-deja-de-hablar-conmigo,-señora, pero nada, ella sigue ahí erre que erre.

Escenario infumable.

Alguien debería poner en los cristales de los autobuses que no se moleste al conductor, pero tampoco al acompañante que te ha tocado en suerte en el asiento de al lado. Porque señora, son las 7 de la mañana, y a mí, lo que haga su nieto a las 7 de la mañana me importa un pimiento, yo quiero ponerme los auriculares y dormir un ratito más.

Alguien tiene que decir al mundo que el gesto universal de “me pongo los auriculares” significa en realidad “no me moleste, señora”. A ver si desde aquí dejamos las cosas claras.


Total, que esta semana he tenido una docena de viajes en autobús con una docena de personas dispuestas a tocarme la moral. Resultado: me he hecho súper fan de los coches privados de consumo insultante, claro.

He tenido conductores kamikazes que me han hecho llegar a casa con el estómago del revés (tres tardes).

Una señora que se había pinchado mi sitio en ventanilla (y yo, que soy una santa, cuando vi que no tenía MI asiento, me senté en el de al lado todo resignada y me callé).



Una señora que, estando ya sentada en mi asiento en ventanilla, se lo quería pinchar para ella. A las 7 de la mañana. A esa hora no es que yo sea Miss Simpatía, que digamos; si me tocas la moral, muerdo.

-Perdona, bonita, ¿el asiento 7?
La miro incrédula, hacía AÑOS que no me llamaban “bonita”- Pues el mío es el 8, el 7 será este de mi lado.
-Ah, ya.-Cara de decepción, y la tía se larga un par de filas más allá.

Yo alucino; debe de creer que ponen los números de los asientos así al tuntún, o algo, pero no, porque vuelve. Mira fijamente su billete, y me mira, y vuelve a mirar fijamente su billete, y me vuelve a mirar. Yo ya (recordemos, 7 de la madrugada) estoy hasta el moño de la señora y le pongo cara de “qué coño pasa con tu vida”, y me dice:

-Es que estás en mi sitio, el 7 es ventanilla.

Y ya exploto, porque es muy temprano y no tengo puestos los filtros a esas horas:




-No señora, yo soy el 8 que es ventanilla y sé que es ventanilla porque compro el billete online donde elijo yo el asiento y elijo ESPECÍFICAMENTE VENTANILLA SIEMPRE, así que el 7 sigue siendo este asiento de aquí al lado, en el pasillo.

Y me pongo los cascos. Al acabar el trayecto no nos dijimos ni adiós. Normal.

Que me diréis “Qué borde, Bailarina”, y tendréis razón, no os lo voy a negar. Pero tuve mi penitencia particular a la vuelta con un señor que me tuvo absolutamente todo el trayecto hablando con él. Qué pesado.

Un hombre que no conoce el gesto “me pongo los auriculares y paso de tu culo”, no señor, porque si veía que no le hacía caso, me metía un codazo en el apéndice para que soltara la música y le escuchase a él.

Acojonante.



Le tuve que dar una formación sobre Smartphones (buscar contacto, enviar contacto por whatsapp, llamar a contacto), y después ya escuchar lo mal que le iba a su hija arquitecta de 42 años que llevaba 8 meses sin cobrar, pero que al menos trabajaba, lo bien que le iba a su hijo ingeniero que tenía un súper trabajo fabuloso, lo poco que cobraba él desde que se había jubilado, los viajes que se hacía a la Argentina todos los años porque él estuvo cinco años trabajando allá… hora y media de viaje, insisto.

Y yo, sí-sí, sí-sí, sí-sí. En el mareo del viaje y la súper chapa que me cayó, a las 3 horas seguía que me moría del vaivén que tenía metido en el cuerpo.

Ahora bien, nada va a poder superar a los dos seres que tuve en el asiento delantero el miércoles. Dejé todo a un lado para poder disfrutar del espectáculo, y es que ya sabéis que a mí una choni me gusta más que nada en el mundo. Pues tuve la suerte de tener DOS de esos seres, un macho y una hembra, hermanos, ¡y hora y media para estudiarlos a fondo!


Fue una experiencia ESPECTACULAR. En esa hora y media hablaron por el móvil y a gritos (cómo no, para que todo el autobús nos enterásemos bien de todo) con:
La Yoli
La Mari
La Mama (acentuando la primera a)
La Agüela (sí, os lo juro, la agüela, así, con G)
El Chino
El Andrés
Y con el Primo Jonathan




Después descubrí que el hombre-choni de la pareja se llamaba, atención, KEVIN, y que a pesar de ser feo como un dolor tenía una novia a la q mandaba mensajes llenos de corazones desde su móvil de dimensiones gigantescas. Sé que era su novia porque yo estaba en el asiento trasero leyendo perfectamente que la receptora de los mensajes era, ojo al dato:

Mi Nenah.

¡¡¡¡Casi me hago pis de la risa!!!! “mi Nenah”, toma ya.



A saber cómo era la buena mujer, aunque no creo que pudiese superar a su amado Kevin. El figura del Kevin se había rapado la cabeza salvo una cresta central que cuidaba con esmero. Cada cinco minutos se miraba en el reflejo de su Samsung note y se la echaba para arriba con sumo cuidado: primero la parte de delante, después el lateral, y después la parte trasera. Le preguntaba a su hermana:
-¡Hermana! ¿Así mejor o qué?
Y ella le respondía
-Ole.
Y a los cinco minutos, vuelta a empezar.

Estaba claro que la cresta requería de cuidados intensivos que el común de los mortales no entendemos. Ahora bien, la obra de arte de la cabellera del Kevin estaba en sus laterales rapados, y es que el figura del peluquero del Kevin le había puesto al chaval, atención,




Dos pedazo de pumas del logo de Puma a cada lado de la cabeza.


Y esto, os lo prometo, es una historia 100% verídica. 

6 de octubre de 2014

I HAD THE TIME OF MY LIFE, AND I NEVER FELT THIS WAY BEFORE

Antes de comenzar el escrito de hoy, os quiero pedir disculpas por no haber podido postear la pasada semana. Estuve lanzándome la vajilla con hasta tres técnicos distintos que me han tenido cuatro días de brazos cruzados, sin teléfono y sin Internet. Estoy encantada de la vida.




Sin embargo, eso ya pasó, y aquí estoy.



Hola amigos:


Me llaman Bailarina, tengo 29 tacos, y si algo me ha caracterizado en la vida es que yo nunca, jamás de los jamases, never, jamais, he visto esa basura de película que se titula Dirty Dancing.


He dicho.




Esa moñada ochentera (que es una película que ha envejecido fatal por cierto, vaya pelos me llevan todos) no es para mí. No es una peli antigua de las mías, de amor y lujo, es una cutre peli viejuna hortera y moñas. No señor, yo nunca veré esa película.


Como veis, soy como el Grinch de una generación enamorada de esa súper cinta que marcó historia, y precisamente por el puro placer de ser como un enano gruñón,  me he mantenido fuerte en esto de “yo nunca veré Dirty Dancing porque esa peli es una M I E R D A”.


Todos (más bien todas) me ponían cara de espanto cada vez que lo decía y me respondían indignadísimas “¡qué horror, Bailarina!, ¿cómo puedes decir eso?” y a mí, que me gusta hacer sangre más que nada decía “porque es la verdad, esa peli es lo peor y no la veré NUNCA, punto final”.


Punto final… hasta el domingo, que la echaron por TVE, y me la tragué enterita.


Damnit.


A la mierda toda mi convicción anti pelis ochenteras. Mi Querido Novio, que conoce perfectamente mi animadversión a la peli y era el poseedor del mando a distancia, se encontró con que, casualidad, Dirty Dancing estaba empezando justo en ese mismo momento. Qué cosas tiene la vida.


-Bailarina, ya es hora de que veas esta película porque te has encerrado en el no por el no, y no la conoces. Además que no está mal, es una buena peli. A mí me encanta.


Y yo, evidentemente, ojos como platos. Porque que tu novio te diga que le gusta Dirty Dancing es un poco raro (lila). Además, os voy a contar otro secretito de mi Querido Novio ahora que no me ve nadie:


Le gusta también John Travolta haciendo de Tony Manero en “Fiebre del Sábado Noche”.




Toma ya.


Que de pequeño la veía cada vez que la echaban por la tele porque le encantaba cómo bailaba, me dice. Y que le guste Dirty Dancing pues bueno, puede tener un pase, pero dos pelis de ese tipo ya es muy gay muy gay muy gay.


Menos mal que cuando baila conmigo demuestra con creces que es un hombre-hombre: parece el hombre de hojalata de Mago de Oz, tiene una estaca por cadera.


Pero volvamos a Dirty Dancing. El caso es que mi amado me enchufó la peli a la tele, y chica, pues quieras que no, una también tiene curiosidad por ver qué hay tan sumamente maravilloso en Dirty Dancing, y la dejamos puesta.  Porque no sé vosotros, pero yo, aquí donde me veis, me he tragado “espectáculos de fin de curso” en el cole, llenitos de mejores amigas haciendo el bailecito en cuestión.


(Sé que tú tienes un vídeo casero bailando la canción con tu amiga, o tu prima o tu hermana, no me lo intentes negar, que te veo. Si no es esto será Grease, pero será)




Total, que he visto Dirty Dancing. Y a todas esas personas que me decíais que la peli estaba súper guay y que qué maravillosa y qué fantástica es Dirty Dancing, os recomiendo que la veáis de nuevo, PORQUE YO TENGO RAZÓN:la peli es mala hasta decir basta. Lo siento, es lo que hay. Le tendréis cariño, “eran otros tiempos”, “en su momento fue un boom”, os trae recuerdos del pasado, lo que queráis.


Pero ya no me la coláis. Vamos a analizar la película porque tiene miga:


1.  La protagonista se llama, nada más y nada menos, que Baby. ¡¡Se llama Baby, BABY, beeeiiiiibiiiiii!! ¿¿Y queréis que no empiece con el morro torcido?? ¿de verdad creéis que es un nombre serio? O bueno, ya siendo menos tiquismiquis, ¿de verdad creéis que es un nombre, sin más? Por Dios bendito. La Beibi.



2.   La protagonista es FEA. Así sin paliativos. Pero lo peor de todo es que  la pobre Beibi no saldría tan sumamente fea si no tuviese un jefe de cámara tan cabroncete. Os explico: resulta que  Beibi tiene una nariz que ni Rossi de Palma, pero el jefe de cámara cabroncete decidió hacerle todos y cada uno de los planos de lado. Perfecto para su súper napia.


Y no me llaméis exagerada que si buscáis en Google “Dirty Dancing” la primera opción es esa y la segunda es “Dirty Dancing nariz”. Así que algo de razón tendré con la napia de la Beibi.


3.   No te digo yo que las escenas esas en las que salen todos los animadores del hotel bailando en sus fiestas particulares fuesen subiditas de tono en su momento. “Esto en los 80 era un escándalo” me decía mi amado intentando defender la cinta. Bueno, vale, pero a día de hoy esos bailes calientes ultra chachis no pasan de un perreo cerdo en cualquier Posada de las Ánimas. No estoy impresionada, lo siento.


4.   Vamos a ver. ¿Quién se cree que Patrick Swayze se enamora de la torpe Beibi que no sabe bailar teniendo de amiga a una chica alta, rubia, delgada, guapa y que encima es su compañera de baile?

 “no, es que el prota y la rubia guapa son sólo súper amigos y curran juntos de animadores en el hotel, pero él se enamora de la niña rica feucha que ha ido con sus padres de vacaciones”.



Ya, ya. HAMOR VERDADERO es eso.
-Y sí, obviamente he buscado en Google cómo se escribe Swayze-



5.   En el argumento del aborto ilegal de la rubia y demás es que ni voy a entrar, porque me vais a llamar gafapasta de mierda, pero el desarrollo de los acontecimientos es cuanto menos atropellado y torpe. Os lo perdono porque erais pequeños y no sabíais lo que pasaba con la rubia con espasmos en su cama, pero vamos. Lo del aborto…telita.



6.   Dad gracias a que han vuelto los looks ochenteros porque tragarte esa peli con esos trajes y esos vestidos con vuelos y esos pelos cardados y esos pendientacos de palabra de gitano y esos maquillajes sobre colores tierra ultra exagerados… ¡canela en rama!



7.   ¿Por qué la hermana de la Beibi es tan sumamente estúpida? ¿Se cayó de la cuna de pequeña? Esa niña es de torta a mano abierta. Siendo una secundaria que ni pincha ni corta en la historia no sé cuál es la necesidad de hacerla gilipollas integral, sinceramente.  Ahí lo dejo.



8.   Hablemos de Patrick Swayze. En serio: ¿qué problema tenía ese señor con las camisetas? ¿Por qué no se puede poner camisetas como el resto de los mortales? ¿Por qué las camisetas que se pone en las contadas ocasiones en las que lo hace a lo largo de la película son negras ultra pegadas de chuloputa? ¿No había camisetas de su talla? ¿No se pone camiseta porque le quedan pequeñas? ¿QUÉ PASA CON LAS CAMISETAS o ausencia de ellas Y PATRICK SWAYZE?

No sé si os habéis dado cuenta, pero ese señor que adoráis, tan guapo y fibroso, tan sensible a los problemas de su amiga, tan “tengo mala fama porque visto así de malote y sin camiseta pero soy puro corazón bondadoso”, vuestro adorado Patrick Swayze, es nada más y nada menos que el Mario Casas de los 80.



Sí, amigas que ahora miráis al susodicho Casas con cara displicente cuando sale por la tele y decís “Ay este pobre, todas las niñas detrás del Mario Casas este, qué le verán, si solo es un chico medio lelo que en cuanto puede se quita la camiseta y ya. Actúa fatal y siempre hace de malote”, este mensaje es para vosotras: estuvisteis coladitas por la versión anterior de Mario Casas. ¡JA!



9.   Y por último, el baile. No estoy muy conforme con         que en un par de ensayos la Beibi llegue al final de la peli y se marque el baile a la perfección, porque claro, gracias a eso, la gente se viene arriba, y como ya os he dicho, servidora se ha tenido que chupar a niñas haciendo el baile este en las funciones de fin de curso durante toda mi infancia, y lo hacían más bien como el culo. Y no.

Este baile lo hacemos una amiga y yo con el Just Dance 4 para la Wii y da gloria vernos. Puntuación máxima de la consola, no digo más. Tiembla, Beibi, te vamos a pulir.




Por lo demás, espero que veáis la película, porque aparte de todo esto, o precisamente por todo esto, ¡os vais a divertir!

23 de septiembre de 2014

IT'S GOT A BASKET AND A BELL THAT RINGS

Para leer la Parte I de esta historia, clickad aquí.

Estábamos en que mi amado y un amigo y una perra se habían bajado a probar una bicicleta nuevecita a la calle como si fuese 6 de enero o así. Sigamos con el diario de LA bicicleta...



Día B (noche)

Estoy en pijama, tengo un novio feliz en la calle con su juguete nuevo, acabo de salir de la ducha, la perra está paseando por ahí y llegará agotada ¿qué más puedo pedir?


Meeec, suena el timbre

-¿Sí?

-¡¡Nosotros!!

Y yo, abro la puerta, claro, porque ese es mi Querido Novio que se ha ido sin llaves como hace S I E M P R E, y viene con la perra y con su amigo después del paseo. Todo esto lo pienso mientras llevo la mano de la cadera al botón del interfono.




Mientras suben, me pongo rauda y veloz mi bata de casa de verano (sí, tengo una bata para invierno y otra para verano, qué pasa), que me la compró mi madre, porque comprar esas cosas para casa es muy de madre, pero es de lo más estiloso que te puedes echar a la cara.


Una bata Zara Home de lino, tipo kimono, en blanco nuclear, perfectamente planchada, que me siento como una diva a la que fuesen a hacer un reportaje en el ¡Hola! Estoy divina.


Abro la puerta con mi look elegante de estar por casa, ¡¡PERO MI NOVIO NO ESTÁ!! Son dos amigos de mi amado, y ¡nadie más!

- ¡¡Hola!! ¡¡Anda, perdona!! ¡¡Que estabas a tus cosas!!

-Sí, bueno, acabo de ducharme pero ya estoy visible. No pasa nada; pasad, pasad.- Bailarina en plan anfitriona 10.

-¡¡Vamos a ver esa bici nue…!! Pero qué… ¿estás sola en casa?- Los amigos de mi Querido Novio que se habían metido ya hasta la cocina y no oían más ruido que el que estábamos haciendo- ¿dónde está tu novio? –ojos de perrillo apaleado. ¿Dónde está la bici por Dios?

-Sí, estoy sola. Vuestro amigo se ha ido con la bici y la perra por ahí, de estreno.

-¡Ya, pero habíamos quedado con él aquí, ahora!-mucha ansiedad en el ambiente, yo que estaba feliz en mi modo zen post ducha relajante.




-Bueno… pues esperad aquí a que llegue. Si ha quedado con vosotros, estará al caer.

-¡¡¡Ah, no, no, no!! Nosotros le esperamos en la calle, que así no te molestamos- me dicen, todo gentiles y educados.

-Pero si no es ninguna molestia, esperad aquí arriba, ¿No queréis tomar nada?


Pero ya veo que me están poniendo ojos de corderito. No quieren estar esperando a que mi amado suba a casa con la bici y ya no haya forma de volver a bajar a la calle con ella, porque ya no son horas de andar probando una bicicleta nueva en la calle. Artículo primero: conocer al personal.


-No, que mejor esperamos abajo a que venga porque así ya en la calle la podemos probar y damos una vuelta con ella por la manzana.


32 tacos y esperan a su amigo en la calle para probar la bici nueva, no doy crédito.


-Pues nada oye, en ese caso, a esperarle en la calle…

-Bueno, que ya lo sentimos haberte molestado, ¡¡adiós!!




Y se van dándonos  a mí y a mi bata-kimono con la puerta en las narices.


10 minutos más tarde. Ding ding, whatsapp:



Querido Novio dice: Lo siento mucho. Perdona, perdona, perdona.

Bailarina dice: Que no pasa nada, pero eso de dar plantón a tus amigos está muy feo.

Querido Novio dice: Es que he ido donde mis padres a enseñarles la bici y me he retrasado un poco, no pensaba que fuesen a llegar tan puntuales.

Querido Novio dice: perdona, encima ya me han dicho que estabas en albornoz



¡¡¡ALBORNOZ!!! ¿PERO ESOS MAMARRACHOS QUÉ SE CREEN DE LA VIDA?



Bailarina dice: estaba en BATA de lino.

Querido novio dice: Bueno es lo mismo

Bailarina dice: no tiene nada que ver!!!!!


En fin… no había nada que hacer con estos chicos.



Bailarina dice: ¿Subirás con los amiguitos a cenar después de jugar en el parque con el juguete nuevo? ¿Preparo algo? ¿O estáis  los tres mosqueteros comiendo chuches en un banco y ya no tendréis hambre?



Querido novio dice: No, iré yo solo. ¡Gracias, Bailarina! (vaya coña tienes).

Bailarina dice: sabes que sí.


Y nada, después de haber jugado los tres con la bicicleta nueva, el susodicho ya entró en casa después de tocar el timbre diciendo “Soy solo yo, que vengo solo”. Cómo no, la bici ha sido un súper éxito.


De aquí a Navidades los tres con bici nueva, Bailarina- Aramís Fuster os lo predice.


Día B +1:

Mediodía, Whatsapp de mi Querido Novio:

Querido Novio dice: Hemos comprado otra bici.

¡¡”Hemos”, dice!! En plural mayestático y todo, ¡tócatelas! O sea, que no han pasado ni 12 horas desde que estuvieran jugando los tres amiguitos con la bicicleta en la calle un día entre semana por la noche, ¡¡y ha caído una segunda bici!!



“Es que estaba en el outlet, y esta es talla M, es no sé cómo y tiene nosecuantitos que está fenomenal y a súper buen precio además, y luego le pone sus frenos de la suya de antes y le queda fetén, así que la hemos reservado”.


Palabras más, palabras menos, el argumento es más o menos así.


Tengo de aquí a Navidad para que caiga el tercero y tener toda la razón en mi afirmación profética. Y me va sobrar tiempo. Tiembla Aramís.


Día B+2

Hora de la cena, y así hablando un poco de esto y de aquello:


-Ah, que no te he dicho. Hemos reservado ya la bici que nos faltaba. Ya estamos los tres con bici nueva.




Y ya tengo que exiliarme del país porque tres amigos con bici nueva es demasiado para mi body. Un placer haberles conocido, queridos, les escribiré desde el más allá, desde un país cero eco friendly en el que las bicicletas sean un estorbo para la humanidad.