La
semana pasada sufrí un acontecimiento súper paranormal en mi vida. ¿Os acordáis
de la película BIG? ¿Esa en la que Tom Hanks pide a una maquinita con un mago
dentro el deseo de ser grande, y se convierte en grande –en altura- pero no en
adulto –de cabeza-?
Pues
he vivido algo similar con mi Querido Novio y sus amigos. Y, la verdad, aun me
dura la cara de shock.
Sí,
queridos, este es un nuevo capítulo de “Querido
Novio y el Deporte”, que sé que es un tema que os chifla mogollón. Y es que
mi amado cumple años en un par de semanas, pero el regalo ya ha llegado a
nuestras vidas.
¿Qué
le hemos regalado? Pues, para su gozo máximo, una nueva bicicleta para salir a
jugar con sus amiguitos. La bici es de estas súper chachis de carbono que no
pesan y… es gris, y… bueno, básicamente, la bici cuesta un riñón, la ha elegido
él, y la ha comprado por Internet; nosotros le hemos hecho aportaciones monetarias para
pagarla y yo no tengo ni idea de por qué es tan molona.
Total,
que el chico está que no cabe en sí de felicidad. Desde que la compró ha estado
haciendo el seguimiento del pedido como si fuese eso el peregrinaje de los
Reyes Magos al portal de Belén. Después, vio que el regalo le llegaría mientras
él estaba en la oficina (y yo también), y le dio un perrenque.
Este
es el diario de LA bicicleta:
Día B -1:
-Cariño,
que mañana llega LA bici. Como estás currando solo por la mañana en la oficina…
¿podrías quedarte esperando por la tarde en casa a que llegue?
-¡Sí,
Claro que sí! Tu regalo de cumple ya llega ¡yuju!- yo le noto emocionado, y
chica, pues a mí se me contagia rápido la emoción ajena. Me emociono yo
también.
-Muchas
gracias, ¡eres la mejor!- El Querido Novio haciendo la pelota, y yo, pues como
que me lo medio creo.
-¡¡Si
no me cuesta nada, tonto!!- y le sonrío.
-Bueno,
pero gracias de todas formas… Y… ya que estás, otra cosita…-empiezo a temblar.
-Dime
-Que…
si me llama el mensajero diciendo que me la traen pero por la mañana y no
estamos ninguno claro porque estamos trabajando… ¿te puedes acercar tú a casa a
abrirle?
¿¿¿PERDONA???
Esa ya sí que no me la espero.
-¿Que
me vaya de la oficina para abrirle la puerta a tu bicicleta?
-Sí…
pero es solo un momentito de nada, abrir y luego ya vuelves.
El
chico está tan convencido de que es un momentín de nada y está tan feliz y tan
nervioso que ni siquiera puedo darle una respuesta rotunda en plan “pero tú qué
te crees de la vida, chaval, que estoy para recaditos frikis tuyos o qué”. Solo articulo
un:
-Bueno,
tú, si eso, llámame cuando te llame el mensajero y a ver si me puedo escapar.
Qué
otra cosa podía decir, estaba contagiada por la euforia, y era la mejor novia,
¡¡no podía decirle que no!! Afortunadamente, no hizo falta que fuese a abrir a
puerta a nadie…
Día B (mañana)
Llega
LA bici. Me llama mi Querido Novio:
-Dime,
¿Voy a abrir la puerta? Me puedo escapar un momentito ahora.
-No,
no hace falta. Es que… me ha llamado el mensajero y no me he podido aguantar,
¡he venido a casa y le he abierto yo! Así tampoco te molesto.
Se
le nota la sonrisa de oreja a oreja incluso a través del teléfono. Es un niño
con bici nueva el día de Reyes.
-¿Te
has venido desde tu curro hasta casa para abrir la puerta, tú? ¡Pues sí que
tienes ganas de bici! Bueno, y cuéntame ¿cómo es?
-No…
es que la quiero abrir contigo porque fuiste tú la que me animó a comprármela.
Maldita
la hora.
-¿Y
te has quedado ahí con las ganas? ¡¡Madre mí qué fuerza de voluntad!! Esta
tarde la abrimos, sí.
-Sí,
he pensado que me esperes en casa cuando salga de trabajar y la abro entonces,
¿te parece?
Y
yo, que tengo en mi vida planes muuuuuucho mejores que ver a mi amado sacar una
bici de una caja, que esto del ciclismo me importa un pimiento morrón,
evidentemente, le digo con una sonrisa de par en par:
-¡¡claro
que sí, CARIÑO!! ¡Me hace muchísima ilusión ver tu bici nueva!
Mentirosa,
mentirosa y mentirosa. Te mereces todo lo malo que te pase, Bailarina.
Dia B (tarde)
Mi
penitencia. Mi Querido Novio me espera a que llegue a casa y se pone a abrir el
paquete conmigo como espectadora de excepción. “El paquete”, es, básicamente,
una caja como un muerto de grande.
Normal,
tiene dentro una bici entera, pensaréis.
Pues
sí, pero no, ¡¡porque la bici está sin montar!! ¡¡Y mi Querido Novio la tiene
que montar!! ¡¡Y yo tengo que verle montar LA bici!! ¡¡Y a mi todos esos temas
de construcciones siempre me han dado un p’atrás de cuidado!!
Mátame
camión.
Cojo
una silla y me siento a su lado a verle montar la susodicha.
Qué
sopor.
Qué
modorra.
Qué
rollo.
Pero
el hombre, ahí está, feliz de la vida, que lleva una hora en gallumbos metiendo
piezas como si eso fuese un mecano y no se le va la sonrisa de la boca ni a la
de tres.
Y
me explica lo que es cada cosa (y la fotografía, y se la manda a sus amigotes).
Es
como si me hablase en suajili.
Y
me habla de lo que hace cada cosa (y se lo cuenta todo minuciosamente también a
sus amigos, un público mucho más agradecido que una servidora).
Porque
a mí, plin. Y porque ellos le entienden, que oye, es un punto.
Y
se me empiezan a cerrar los ojos, así que decido colgar la lavadora. Y para que
colgar una lavadora sea un buen plan, es que el montaje de la susodicha es un rollo repollo. Lo
siento, amor.
Pero
él está feliz, porque él tiene a sus amigos de su rollo, y están todos
emocionados con LA bici nueva, y le dicen cosas bonitas por Whatsapp de su
juguete: que si qué grande, que si qué ligera, que si qué bonita, que si
déjamela para dar una vuelta… y él, pletórico como está, dice a todo que sí que
sí.
Y
claro, pasa lo que pasa, que en cuanto te despistas un poco poniendo pinzas a una camiseta se te ha plantado un amigo en casa a ver la bici de
primera mano, porque le has dicho que sí, que le dejas dar una vuelta. Así que
ya no es uno, sino que son DOS frikis de las bicis juntos en una habitación
admirando la bici nueva.
-Es
que qué guapa, tío.
-Ya
te digo, chaval
-¿A
ver a ver?-y la levanta con una mano. Se parte el pecho. No entiendo nada- ¡Si
es una mierda esto, no pesa nada! ¡A ver coge la anterior! ¡buah vaya piedra!
Y
así con el freno, con el radio de la rueda súper tenso (que es bueno), la
amortiguación, el sillín, la rueda, el portabidones y que si en la quebranta va a ir debuti y que para la extreme no sé cuál también genial para
rodar.
Lo
que te digo, suajili nivel Proficency.
Afortunadamente,
son las 20:30, la perra tiene que salir a pasear, y los dos amigos están como
si hubiesen engullido media farmacia de la felicidad, así que por fin, POR FIN,
bajan a la calle a probar LA bici en condiciones: montando en ella.
¡¡Y
se llevan a la perra de paseo!! ¡Olé!
Así
que yo me quedo en paz y tranquilidad y aprovecho la coyuntura para darme una ducha zen
ultra purificadora.
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